Capítulo 14: Ti Voglio

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Darius negó con la cabeza antes de echarme un vistazo, encogiéndose de hombros.

—Él no puede verme ni escucharme —aclaró—. De hecho, nadie puede hacerlo, solo tú.

Me quedé paralizada al tiempo que mi rostro palidecía. Volví la mirada hacia Joe.

No puede ser, pensé. No puedo creer esto. ¿Estoy volviéndome loca?

¿Todo este tiempo, Darius nunca existió? ¿Era producto de mi imaginación?

Deslicé la mano desde mi frente hasta el nacimiento de mi cabello, observé a mi alrededor y, solo entonces, lo noté. En los espejos, únicamente estábamos Joe y yo. El reflejo de Darius era invisible.

Suspiré, resignada.

—Debo estar enloqueciendo —mascullé, todavía sin poder creerlo.

—No estás loca. Es normal que, tú sabes... —balbuceó Joe.

—Angelique, deberían huir ahora mismo —continuó Darius.

—Joe, voy a marcharme sola por el pasillo si no vienes conmigo —le advertí.

Aún no sabía si Darius era real o no, pero sabía que debía intentar largarme de una vez por todas. También sabía que Joe no me permitiría aventurarme sola en esa osadía.

—Pequeña testaruda —gruñó por lo bajo.

Supuse que se sentía extorsionado y sonreí ante la idea.

Sus gestos denotaban cansancio. Pasó una de sus manos por su barbilla, como si estuviera pensando, aunque a mi parecer, estaba más bien conteniéndose para no sacudirme histéricamente. Cuando le di la espalda para marcharme, no tuvo otra opción que seguirme.

Darius comenzó a caminar, guiándome a través del pasillo. Tal como me había advertido, estaba despejado. Quizá no estaba completamente loca después de todo. Avancé con cautela, sin saber a dónde íbamos.

—Angelique, han desactivado el dispositivo de Joe. Ahora puedes tocarlo —me avisó.

Instintivamente, me giré hacia Joe, pero no lo toqué. Tenía miedo. Si Darius resultaba ser una invención mía, saldría lastimado.

A través de las paredes, escuché el sonido de sollozos en la cercanía. Y mi miedo aumentó. Aquello me provocó unas incontrolables ganas de acurrucarme en el pecho de Joe. Sin pensarlo, me acerqué más a él y puse la mano en su hombro.

—¡No! —gritó, retirando mis manos de su cuerpo.

No obstante, se percató con rapidez de que nada sucedía y enmudeció súbitamente.

—Está desactivado —le informé.

—¿Cómo lo supiste?

—Darius me lo dijo —respondí sin vacilar.

De un momento a otro, reposó sus manos sobre mis hombros.

Su mirada se volvió hambrienta, casi salvaje. Con una urgencia abrumadora, me acorraló en la oscuridad y besó mis labios furiosamente. Sus brazos se ciñeron alrededor de mí con tanta fuerza que me hacía daño. Sin embargo, el ardor de su boca golpeando la mía y su lengua húmeda en mi interior hacía que valiera la pena.

Enloquecida, me dejé llevar por el fervor de aquel beso desenfrenado, aferrándome a sus labios con una pasión inusitada, fusionándome con su cuerpo como si fuéramos uno solo. Fue un beso efímero, pero cargado de deseo reprimido.

Él se detuvo abruptamente cuando el llanto resonó más cerca de nosotros. Jadeé para recuperar el aliento.

Siguiendo los sollozos, avanzamos a través de las penumbras hasta que reconocí la voz de Nina y el inconfundible aroma de Adolph. Era ella quien lloraba inconsolablemente.

Tentación (More explicit version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora