—No me mientas, Joe —le supliqué—. Te irás con esa mujer. Quieres marcharte para ser feliz con ella sin que esté en medio de ustedes. Dime la verdad, podré superarlo.
—No comiences con eso, Angelique —refutó—. Déjame olvidarte. Sólo quiero alejarme y perderme.
Sin doblar siquiera su ropa, lanzaba con arrebato sus camisas y pantalones dentro del bolso. Mi cabeza daba vueltas y mi corazón se sentía afligido. El impulso incontrolable de querer llorar se hacía cada vez más difícil de reprimir.
¿Iba a marcharse realmente?
¡Oh, Dios!
Ni en mis peores pesadillas pensé que actuaría de esa manera. Siempre imaginé que estaría ahí, sin importar lo que pasara entre nosotros. No sabía que nuestras acciones acabarían haciéndonos daño a ambos. Prefería tenerlo a mi lado, peleando conmigo mientras nos maldecíamos y nos seducíamos mortalmente, antes que tenerlo lejos, sabiendo que estaría con otra.
No podría soportar su partida.
Empecé a considerar lo mucho que necesitaba que se mantuviera junto a mí y todo lo que iba a echar de menos de él. Sus labios, su cuerpo, esa preciosa sonrisa sesgada en su boca, cada vez que me sobreprotegía y cuidaba de mí…
Extrañaría esos ojos grises que llameaban la mayoría del tiempo. Y la forma en la que me hacían el amor con sólo mirarme. Echaría de menos su humor picante, la sensación de sus manos palpando mi cuerpo, su ardiente lengua besándome, sus brazos envolviéndome, su suculento aroma, su comportamiento vanidoso y presumido… También sus caricias, sus celos, sus agasajos y sus besos.
No... no podría sobrellevar que me abandonara. Era adicta a él, totalmente dependiente. Podría morir sin mis dosis frecuentes de Joe.
Lo necesitaba, lo amaba. ¿Cómo era capaz de partir así? ¿Ni siquiera iba a extrañarme? ¿Dejarme era tan fácil para él?
En ese instante, experimenté un incomprensible dolor físico por todo el cuerpo. Era como si me quemara por dentro. Me dolía, me estaba haciendo daño.
Lo único que deseaba en ese momento era refugiarme en el pecho de Joseph y llorar. Busqué silenciosamente sus ojos, consciente de que mi mirada estaba vidriosa por las lágrimas que luchaba por retener.
No llores, Angelique, me exigí en mi mente.
Cuando por fin volvió a verme, me permití respirar. La proximidad de sus labios me hacía trepidar y me provocaba escalofríos en todo el cuerpo.
Sabía lo que debía hacer si quería mantenerlo conmigo: pedirle perdón. Abrazarlo e implorarle que se quedara. Debía confesarle todo lo que Donovan me había hecho y cuánto realmente detestaba a ese malnacido malcriado. Tenía que bajar la guardia y rendirme si realmente quería tenerlo a mi lado, pero no podía. Mi estúpido orgullo, aunque lo intentara, impedía que las palabras salieran de mi boca.
Sentí cómo mi pecho se expandía y contraía al ritmo de mi respiración agitada mientras el calor de su cuerpo me debilitaba.
—Sí, lo mejor será que te vayas —fue lo que salió de mi boca.
Y me arrepentí enseguida, pero era demasiado tarde. Todo estaba dicho.
Sin previo aviso, Joe se aferró a mi rostro y me besó.
¡Joder! Cada vez parecía besar mejor. Y ya era increíblemente difícil superar la excelencia de sus besos. Sólo él podía superarse a sí mismo. Mi cuerpo se sentía envuelto por llamas, mi piel ardía. Sus labios me convertían en su pequeña y débil presa, su lengua se movía con pasión. Desenfrenada, respondí a su beso, rodeando sus hombros con mis brazos. No quería dejarlo ir, quería tenerlo unido a mi boca el resto de mi vida.
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Tentación (More explicit version)
Fantasy¿Qué sucedería si de un momento a otro, en cuestión de segundos, tu vida cambiara para siempre? Si así como si nada, todo lo que conoces se fuera a la basura. Si una noche despertaras siendo diferente, con una sed y hambre que necesita ser saciada y...