Capítulo 4: Muérdeme

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—¡Ah, lo siento! —se disculpó Joseph, cogiéndome de la mano para hacerme girar en un paso de baile.

Por un instante perdí estabilidad, balanceándome sobre mis tacones.

Él me atrapó en el momento correcto, largando una risa atractiva. Del mismo modo, me reí. En ese lugar, esa situación y ese momento, mis destrezas para la danza se habían desvanecido. Parecía poseer dos pies izquierdos. Algo curioso, considerando que siempre fui una óptima bailarina con un elevado sentido del equilibrio.

Sin embargo, no pude evitar pisotear con las puntas de mis pies los lustrados zapatos negros de Joe. Si bien él también me tropezó un par de veces, viniendo de su parte tenía más sentido, dado que estaba tambaleándose de la borrachera.

Bailamos hasta que la tonada terminó. Ése era el Joe agradable que no conocía, el que posiblemente sólo salía a la luz en estado de ebriedad. Inclusive me hizo desternillarme de risa con algunas cosquillas luego de que nos distanciamos al finalizar nuestro baile. Por alguna razón inexistente, los dos nos reíamos como idiotas mientras volvíamos a la mesa.

—¡Qué divertida es esta fiesta! —vociferé al oído de Donovan, cerciorándome de que escuchara por encima de la música alta. Me apoderé de su bebida. Era una copa de algún licor de color escarlata brillante. Ni siquiera reconocía lo que estaba catando, sólo sabía que era alcohol y no sangre—. ¡Oh, Donovan, qué guapo eres! —me recliné en su hombro.

Él se reía.

¡Oh, cielos! Yo también estaba ebria.

Tan ebria que hasta yo misma lo sabía. Me pregunté cuántos se habrían estado riendo de mí.

Me ruboricé.

—Pero, Joe, tú eres mucho más sexy —persistí, dejando escapar palabras que más tarde no recordaría.

—Lo sé, preciosa. Tú igualmente eres brutalmente sensual. Una diosa —admitió un distraído Joe. Lo escuché con dificultad.

La sonrisa de Donovan se desdibujó, sus labios formaron una línea recta. Cuando quise beber otra vez de su copa, me lo impidió.

—Deja de tomar —me sermoneó.

—Vamos, cariño. Dame un poco.

Negó con la cabeza.

—Está bien, adiós —le dije después de levantarme de la silla.

Mis ojos se posaron sobre un chico humano tan guapo como Tom Welling o como el dios de Jensen Ackles. ¡Ése era mío! Totalmente mío. Sería mi cena esa noche.

La velada, desde mi punto de vista, marchaba fenomenal. Siempre se me había antojado emborracharme para hacer cosas disparatadas, teniendo la perfecta excusa de que andaba pasada de tragos. Era una noche ideal para hacer locuras.

Fui directamente hacia el bombón mortal que se encontraba reclinado sobre la barra del bar. El joven no me perdió de vista mientras avanzaba en su dirección.

—¿Qué hace un tipo como tú aquí solito?

¡Oh! ¡Qué pervertida sonaba citando a Joe!

—Buscando chicas como tú, supongo.

—¿Qué me dices? ¿Bailas? —le pregunté al tiempo que enganchaba los dedos en las solapas de su abrigo.

—¿Bailar? Mejor vamos a mi habitación, nena.

Me congelé ante su oferta. Tuve miedo hasta que recordé que era él quien debía temer.

El plan seducir y luego cenar estaba desarrollándose tal como Joe me había enseñado.

Tentación (More explicit version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora