Capítulo 4

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Un niño de aproximadamente 4 años paseaba por la aldea, esa mañana cuando fue a desayunar vio el frigorífico totalmente vacío, y sus despensas solo estaban llenas de porquerías, por lo que decidió ir a comprar las reservas suficientes para al menos una semana.

Llevaba su cartera de perro en el bolsillo, iba contento por la vía central de mercados, dando pequeños saltos mientras algunos civiles a su alrededor lo miraban con desprecio o incluso le lanzaban disimuladamente algún objeto, pero Rito no era consciente, o no quería serlo, por lo que cuando llegó al mercado y entró empezó a mirar lo que él consideraba mejor para su alimentación, es decir, dulces, patatas fritas y demasiados azúcares.

—¿Eh pequeño, buscas algo en específico?—preguntó quién Rito pensó que sería el propietario de la tienda.

Rito se giró a verlo, y cuando el hombre vio esos ojos heterocromaticos y esos mechones blancos en su pelo su rostro se descompuso rápidamente. Cogió el brazo de Rito con fuerza, casi levantando al pequeño niño demasiado bajo para su edad por los aires, y cuando estuvo en la vía pública, fuera de la tienda, lo empujó al suelo.

—¡No te acerques a mi tienda chucho asqueroso! ¡No quiero ni verte por esta vía! ¡Fuera de aquí!— el hombre fue a propinarle una patada en el estómago a Rito, pero el chico, asustado y con lágrimas en sus ojos tuvo los reflejos suficientes para arrastrarse por el suelo y alejarse.

—¡Eso es! ¡Arrastraré como el chucho que eres y aléjate de aquí desgracia!

Rito se levantó rápido y corrió lo más lejos que pudo mientras veía como todos a su alrededor lo miraban. Todos parecían satisfechos, como si ese hombre hubiera hecho algo que todo el mundo ha querido hacer.

Vio un callejón oscuro, se sentó en el suelo sucio y se encogió, escondiendo la cabeza entre las rodillas y tirándose del pelo con fuerza mientras sentía como su respiración se volvía más errática y su pecho dolía.

—Niño ¿Estás bien?

Rito levantó la mirada, asustado, y vio a un hombre con una máscara blanca con forma de lo que podría ser un perro y pelo gris. Rito se asustó, se levantó rápido y saltó hacia el extraño con la intención de darle una patada, pero el hombre fue rápido y puso el brazo, por lo que Rito aprovechó eso y con el brazo del hombre, se impulsó para darle un cabezazo.

El hombre vio como el niño saltaba para darle una patada, poniendo su brazo tranquilamente para que no le diera, la sorpresa vino cuando el chico aprovechó ese brazo para, con una rapidez inusual en un niño pequeño, acercarse y darle un puñetazo. El hombre cogió el puño que se acercaba a él y tiró el niño al suelo.

—¿Donde has aprendido a hacer eso?

—¡Qué más te da! ¡Sí solo vas a pegarme como hacen los demás hazlo ya! Nadie va a impedirtelo... —El hombre vio como el niño pasaba de una furia casi asesina a una tranquilidad y después una sumisión desconcertantes.

El hombre se agachó a la altura del chico y le acarició la cabeza lentamente —No voy a hacerte nada, solo me he protegido, tú me atacaste primero ¿Recuerdas? ahora dime ¿Que es lo que te ha pasado para que estés llorando tan desconsoladamente en un callejón tan sucio?

El niño lo miró desconfiado, pero luego agachó la cabeza e hipó de nuevo, comenzando el llanto otra vez —Todos me odian, no sé porque, estoy solo, nadie quiere ser mi amigo y las tiendas no me venden lo que necesito. Tengo hambre, tengo mucha hambre.

El chico intentó contener su sollozo, limpiando agresivamente sus lagrimas mientras éstas no paraban de caer como grandes cascadas de sus ojos.

El hombre lo miró, todavía sin quitarse la máscara y cogió levemente al niño hasta ponerlo de pie —¿Como te llamas, niño?

The other childDonde viven las historias. Descúbrelo ahora