Capítulo 9

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Rito llevaba un tiempo considerable frente a esa especie de jaula que albergaba al demonio dentro. El lobo gigante se había echado en el suelo cubierto de ese líquido parecido a la sangre y parecía haberse quedado dormido. Rito lo miraba fijamente, con las rodillas pegadas al pecho y rodeando sus piernas con sus brazos. Ahí dentro se sentía solo, solo y asustado, esa bestia amenazó a toda su gente y lo único que había podido hacer fue asustarse, caerse al suelo y temblar, eso fue lamentable, y si Sasuke lo hubiera visto se habría burlado de él, pero por suerte o por desgracia aquí solo estaba él, los muros y pasillos que anteriormente lo habían llevado hasta el diablo desaparecieron, y ahora solo quedaba una habitación interminable y una jaula gigantesca que parecía no tener fin.

Rito se levantó, mirando cómo, de su ropa, caían gotas de ese líquido que cubría todo el suelo, se acercó lentamente a la jaula con intención de mirar a través de ella, para observar si el lobo realmente se había quedado dormido, pero repentinamente, cuando estaba a unos 5 metros de la jaula, una garra atravesó las rendijas quedando justamente frente a su rostro, a milímetros de haberle atravesado el cráneo.

No sé cómo todavía te atreves a acercarte, chico, no quiero verte por aquí, la próxima vez que vengas quiero que sea cuando seas consciente de con quién estás hablando, quiero que sepas cuánto poder soy capaz de darte, y solo te lo daré cuando yo crea conveniente que las acciones que cometerás con ese poder sean dignas de él, y tú seas digno de mí ¿Entendido?— dijo el lobo con esa voz profunda y rasposa, sin alejar todavía la garra de en frente de la cara del chico.

Rito lo miró, incrédulo, y de un momento a otro frunció el ceño, alejándose de la garra y mirándolo directamente a los ojos  y señalándolo—¡Estás dentro de mí! ¡No puedes hablarme así, tú estás dentro de mí, no al revés! ¡Lobo del demonio! Deberías ser tú quien reconociera mi existencia y no al revés.

El lobo rugió, mostrando todos sus dientes al chico y levantándose completamente del suelo —¡Tú no eres nada sin mí! todo el poder que tienes te lo he concedido yo, todo lo que tú representas es gracias a mí, y cada vez que alguien de la aldea te mira solo me ve a mí ¿Por qué crees que todo el mundo te odia? ¿Que todo el mundo haya estado durante toda tu vida abusando de ti? Pegándote e insultándote, odiándote por quién eres. Eres lamentable y débil, y lo más penoso es que tú y yo estamos conectados por culpa del cuar-

El lobo se cortó a sí mismo gruñendo y alejándose de la celda. Rito miraba al lobo con una mirada gélida y seria, con los brazos colgando sin forma a los lados de su cuerpo. Miró hacia abajo, arrugando los ojos mientras mordía su labio inferior y se encogía levemente sobre sí mismo.

—¿Ya estás llorando otra vez? Solo sirves para hacer eso, te duele la realidad, niño, te duele y odias que todo lo que te haya dicho sea verdad y a pesar de que intentas esconderlo yo sé qué pasa por tu mente, si no fuera por mí habrías muerto hace tanto tiempo. Sé que estás deseoso de poder, y yo puedo concederte ese deseo, puedo hacerte tal y como tú deseas; fuerte, valiente, capaz de salvar a quienes te rodean, ya eres muy inteligente, solo te hace falta mi fuerza. Puedo dártelo, podemos llevarnos bien, solo tienes que escucharme y seguir mis pasos, chico, chico mírame.

Rito seguía con la cabeza baja, miró al demonio como él había exigido y vio una sonrisa casi psicótica llena de dientes afilados, mientras que al fondo se veían un cúmulo de colas moviéndose de forma revoltosa entre sí. Miró de nuevo hacia abajo, suspirando y dándole las espalda al demonio con intención de alejarse de nuevo hacia el fondo, con suerte podría salir de ahí pronto, sin embargo, una voz ronca, grave y profunda lo hizo detenerse.

—Chico, tú y yo somos iguales, los dos estamos llenos de odio, yo odio a quien me encerró aquí dentro, dentro de alguien como tú, yo odio a toda la humanidad ninja, su incompetencia, egoísmo y, aunque suene extraño, su falta de humanidad me hace repelerlos, me hace querer matar a todos y cada uno de ellos, devorarlos. Y tú odias a todo tu pueblo, no puedes esconder nada de mí, vivo dentro de ti, de tu cabeza, de tu alma, yo sé cada cosa que tú piensas, sé de todo el odio que te rodea y que cada día se hace más fuerte, la diferencia entre tú y yo es que yo sí tengo la fuerza suficiente para actuar, y tú, bueno, necesitas un gran empujón, pero para eso estoy aquí.

The other childDonde viven las historias. Descúbrelo ahora