9. AMORE MIO. SEGUNDO ENSAYO

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En pocos días mi vida había cambiado por completo. Sin novio, sin trabajo, estaba empezando a conocer amigos nuevos y un proyecto que me ilusionaba: Amore Mio. Además, con el chico que había conocido en Grindr, Víctor, había quedado más de una vez, lo que no significaba nada, pero podía empezar a significar algo. Que hubiera pasado una noche de sexo artístico-tántrico con Camilo en el pasado, me dolió un poco, pero tengo una edad en la que tengo que dejar de creer en los cuentos Disney o en que voy a vivir mi propio Heartstopper y tampoco pasa nada.

Una de las mañanas que Víctor se despertó en mi casa (la tercera, para ser más exactos), estaba reflexivo.

—Yo no acabo de creer en la monogamia —me dijo. Cuando despierto, mi cabeza entiende palabras como café, desayuno, pis. Claro, oí monogamia y mi cerebro tuvo que hacer un largo recorrido hasta entender que lo que me estaba diciendo Víctor era "en el supuesto caso de que tú y yo tengamos algo, no crear que va a ser una relación monógama".

Ese pensamiento me despertó más que mi propio despertador y eso que en vez de una alarma al uso tengo la canción de Crazy in love de Beyoncé. Me la tuve que quitar en su día porque mi novio, perdón, mi exnovio, decía que le gustaba despertarse con sonido de pajaritos (pues vete al campo, pensaba yo, quien dice al campo, dice a una granja y duerme al lado del estercolero hijo de la gran...). En cuanto lo dejamos, cambié el sonido que tenía por el de la Queen B. Este acto de rebeldía, junto con el de destruir su foto en la trituradora de papel, me hicieron sentir un poco mejor, igual de desgraciado, pero mejor en cierta manera.

—¿Ni si quiera crees en la monogamia durante las primeras semanas? —no sabía qué preguntarle—. Ya no te digo el primer año...

Yo no es que crea o deje de creer en la monogamia, tampoco pienso que sea ni mejor ni peor, pero no me quedó claro si esa frase la dijo en plan: llevo tres noches durmiendo contigo, no creas que quiero nada serio o, al contrario, me empiezo a plantear algo contigo, pero que sepas mis normas.

Otra cosa que me da pereza del mundo actual, es que empezar una relación parece que sea como contratar la fibra óptica, hay que hablar de las condiciones, negociarlas y ponerles fechas.

Hasta se pueden hacer ofertas: "un mes de prueba sin compromiso de permanencia".

No sé, yo me estaba despertando.

—No, no creo en la monogamia —se reafirmó.

Por suerte, había quedado con Javi y Blanca, mi David y mi Daisy, para ensayar y pude emplazar el tema rápido.

—Creo que esto se merece una conversación un poco más larga, tal vez, cenando frente una copa de vino, ¿te parece? —es que le encuentro romanticismo a todo.

—Claro que sí.

Después, hablamos de un par de cosas banales. Incluso, tuvimos sexo en la ducha. Y ya puedo decir que el último polvo que eché en aquella ducha no fue con mi ex, si no, con Víctor. Parecerá una chorrada, pero yo soy de esa clase de personas que, tras dejarlo con un chico, necesito exorcizar los lugares de la casa donde practicamos sexo, no sé, es como si los coitos permanecieran ahí en forma de espíritus. Y hacerlo con otro es una forma de decir: ya no te pertenece.

La cosa es que me fui al ensayo, con Javi y Blanca, de muy buen humor.

Ese día estuvimos rescribiendo algunas escenas y diálogos, como cuando Daisy llega con un diccionario italiano y le intenta susurrar cosas al oído sin que la escultura reaccione; también la escena en la que Daisy entra al museo por la noche y le intenta impresionar con un baile erótico; o, la más peligrosa, cuando David se quiere acercar a la turista, de tal forma que se inclina tanto que acaba cayendo al suelo haciendo saltar todas las alarmas.

Pero ese día, había algo entre Javi y Blanca que no acababa de funcionar.

—Cuando te caigas, procura no caerte encima de mí, que me haces daño —le decía Blanca.

—Se supone que David se quiere arrimar a Daisy, por eso cae encima suyo —le respondía él—, si no, la escena no tiene ningún sentido. Es su forma de demostrar cariño. Pero si le miras mal, al final difícilmente se va a enamorar.

—Pues cuando te diga las frases en italiano —seguía Blanca—, no pongas cara de asco, se supone que la cara de David es de fuerza, de determinación, en ningún caso de asco. Que parece que en vez de estar viendo a Golliat, vayas a tirar de la cadena.

—Que no me digas eso otra vez, no pongo cara de asco, es mi cara normal. Puede ser que a veces se me suba la nariz un poco, no diré que no.

—Pues siempre es cuando te estoy hablando...

No sé exactamente en qué punto la conversación sobre la guiri y la estatua se convirtió en una discusión de pareja al uso.

Yo propuse dejar el ensayo y seguir otro día.

Javi me contó que lo estaba pasando mal porque la relación no pasaba por un buen momento.

Yo, un poco egoísta por mi parte, empecé a sufrir por la obra.

Lol.

Podéis llamarme LOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora