35. GIRO DE GUION

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En Barcelona es imposible tomar algo "bueno, bonito y barato". Si es bueno y bonito, es caro; si es barato, no suele ser ni bueno, ni bonito. Si el lugar es bonito y barato, es que no has visto bien la carta de precios, será caro; y si encuentras un lugar que sea bueno y barato es que, seguramente, has sido teletransportado de forma inesperada a un lugar lejano, o tal vez sea un sueño, o hayas viajado a 1908, pero, en ningún caso, estarás en la ciudad de Barcelona.

Al final elegimos un sitio bonito, en la Rambla del Raval, el Madame Jasmine. No solamente es bonito, si no que es precioso, totalmente kitsch, con detalles rocambolescos en cualquier esquina que mires. Paredes y taburetes forrados de leopardo, bustos de maniquíes iluminados y, lo que ya no puede faltar en ningún bar, un mini kit para pintarte las uñas y unas pegatinas de brilli-brilli para ponerte en la cara.

Es curioso visitar por la tarde un bar al que sueles ir de noche, parece otro. La gente suele estar más tranquila, hay sitio para sentarse y no sueles pedir chupitos de Jägger nada más entrar.

Miras la hora, te convences de que ya ha pasado la hora del café y que ya puedes ir pidiendo una cerveza.

—Dos cervezas —dijo Víctor—, si us plau.

Me miró con una sonrisa que decía: ¿Qué es eso tan misterioso que me quieres preguntar?

Es cierto que le quería preguntar algo, a él, y que me respondiera en nombre de todos los hombres con los que he estado. Pobre Víctor, se había convertido en el portavoz de todos los líos que había tenido desde que tenía... equis años. No entraremos en detalles.

—¿Te parece si nos sentamos aquí?

—Me viene perfecto.

Antes de decirle nada, me paré a mirarle. Más bien, le observé. Me fijé en su pelo, su mirada, cómo vestía, sus gestos. Pero, sobre todo, observé su voz. Me di cuenta de que todas las veces que nos habíamos visto, apenas habíamos tenido tiempo de hablar. Habíamos ido directamente al turrón. Tenía una voz dulce, hasta me pareció que tenía un acento tal vez un poco diferente.

—¿A qué te dedicas?

Víctor se sorprendió.

—¿Era esa la pregunta? ¿Para eso tanta intriga?

Tampoco tenía muy claro lo que le quería preguntar.

—Estoy estudiando unas oposiciones, para controlador aéreo.

What???? Pensé.

—¿En serio? —no escondí mi sorpresa—. No había conocido a nadie que estudiase...

—No es lo más habitual, pero sí. Ahí estoy.

De repente, ver en él que había una mente, una inquietud más allá del cuerpo (y además la tenía enorme), me hizo que me pareciera aún más atractivo.

—¿Y tú? —me preguntó—. Nunca me has dicho qué haces.

Un controlador aéreo permite que la personas podamos viajar en aviones y que al despegar o al aterrizar no choquemos contra otros Boeings 747 y muramos del impacto.

Mis aspiraciones no eran tan altas. Venía de una supuesta productora de cine que hacía vídeos para el ayuntamiento y que su producción más famosa había sido un anuncio de un centro de ortodoncia.

—Yo... —no sabía por dónde empezar—. Digamos que me han despedido del trabajo y ahora estoy... bueno, aún no sé muy bien qué hacer.

Podéis llamarme LOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora