6. AMORE MIO. PRIMER ENSAYO.

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Después de llevar una semana haciendo absolutamente nada de provecho y tocándome, literalmente, lo que no suena, a no ser que lleves un cascabel de gato ahí colgado, llegó la tarde del primer ensayo de Amore mio.

Fui tan valiente que ni si quiera releí el guion que había hecho casi diez años atrás. De hecho, no fue valentía, fue pura cobardía. Pensé que seguramente no me gustaría lo que había escrito y perdería la única ilusión que tenía en ese momento: hacer una pequeña comedia romántica.

Quedé con mi amigo Javi en unas aulas de ensayo a las que él tenía acceso por haber sido alumno de no sé qué escuela. A él lo conocí, de hecho, en un curso de actores. Era una época en la que decidí que tal vez mi futuro era ser el nuevo Mario Casas, pero no tenía su cuerpo, ni su talento, ni mucho menos las ganas de actuar. Yo me ponía delante de un guion y como una vaca viendo un tren pasar. Recuerdo que en la segunda semana de clase me tuve que preparar un monólogo en el que estaba muy triste y muy dolido por algo. Justo me tocó hacerlo durante una semana en la que yo estaba de puta madre, pletórico, feliz como una rosa. Me sugirieron que como técnica podía recurrir a recuerdos dolorosos, provocar tristeza para transmitir ese daño. El problema fue que escarbé tan profundo recordando cosas malas que me quedé triste y rallado toda la tarde, aquella noche no dormí bien, tuve pesadillas y al día siguiente me desperté hecho polvo. Una semana en la que había estado tan feliz, la acabé destrozado. Recuerdo que le mandé un audio a Javi explicándole que actuar no era lo mío, que seguramente ser actor era mucho más que eso y que es un oficio precioso, pero siempre para quien tenga vocación. Y yo no la tenía.

Eso sí, me llevé la amistad de Javi. Él sí que tenía vocación, mucha. La profesora le dijo que él tenía más ilusión que talento, pero yo jamás opiné eso. Siempre pensé que su papel le llegaría algún día. Nos seguimos viendo durante bastante tiempo, él seguía con su vocación de actor, yo seguía buscando alguna vocación. Quedábamos de vez en cuando, después, la cosa se fue enfriando, pero de vez en cuando nos íbamos hablando y comentando alguna historia.

—¿Y tu novia? —le pregunté después de ponernos rápidamente al día.

—Ahora viene —me dijo exaltado—, te va a encantar. Además, es una actriz espectacular. Y canta muy bien. Y baila. Lo hace todo. Yo creo que tiene mucho futuro en musicales.

—¿Y sabrá hablar con una piedra en forma de persona? —le pregunté, en broma.

—¡Eh, eh, eh! No hables así de tu guion. A mí me parece espectacular. Y para mí es un reto. Media obra quieto, inmóvil —dijo quedándose en pausa unos segundos—, he estado practicando el parpadear con menos frecuencia. ¡He conseguido parpadear solo cinco veces por minuto!

—Ah, ¿sí? ¿Y cuántas veces suele parpadear una persona humana media?

—¡Entre quince y veinte! Y sin que me salten las lágrimas.

Javi era un poco intenso, las cosas como son. Pero es de ese tipo de personas que cree al cien por cien en lo que hace y, por ahora, era el único que creía en Amore mio, más que yo mismo, con lo que ya merecía todos mis respetos.

Nos giramos con el sonido de la puerta que se abrió. Entró la novia de Javi, a quien se le iluminó la cara al verla. Y no era para menos. Tenía una mirada muy especial, muy agradable, muy expresiva. Me miró a mí primero, redondeando los ojos como diciendo eres tú el del guion y arrugando las pestañas como si dijera: disculpa el retraso, después le dirigió a Javi otra mirada, más cariñosa, de ya estoy aquí, qué alegría verte, pero discreta, como si quisiera decirle ahora no seremos muy efusivos. Tenía razón Javi, era una chica espectacular.

Podéis llamarme LOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora