44. PODÉIS LLAMARME...

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Inmediatamente después de enviarle el mensaje a Víctor me arrepentí.

            La última vez que lo vi, también fue hacía unos tres meses. Tuvimos una especie de cita, de hecho, fue como una primera cita ya que por primera vez salimos a tomar algo y a hablar. Hasta entonces, solo habíamos tenido encuentros en su casa o en la mía, para quitarnos la ropa, exprimirnos hasta la última gota de... sudor, para después vestirnos y despedirnos.

            Me gustó estar con él, estuve a gusto. Pero mi cabeza estaba con el idiota de Edu.

            No sé si yo sería capaz de tener relaciones poliamorosas, lo que sí estoy seguro, es de que soy muy enamoradizo y si no hubiera existido Edu, seguramente, me hubiera centrado un poco más en Víctor.

            La cosa es que no me respondía al mensaje y era normal: le pido una cita, la tenemos y me acabo yendo y no le vuelvo a hablarle. Pues es para mandarme a la mierda.

            Me llegó un mensaje suyo.

            VÍCTOR:          Guapo! Cuánto tiempo!

            LOL:                 Sí, perdona... es que...

            VÍCTOR:          Tranquilo, todos tenemos vida ;)

            VÍCTOR:          Esta tarde no puedo. He quedado con mi hermano.

            Edu había quedado con su hermano. Víctor también. ¿Era el día del hermano?

            Decidí no mendigar más compañía a nadie, así que a la expo iba a ir solo.

            Si Camilo nos había convocado a las 19h, yo me propuse llegar a las 19:30. Que hubiera más gente y así, cualquier momento incómodo que pudiera haber con Edu o con la pareja del año quedaría un poco más diluida. Pero calculé mal los tiempos, a las 19:30 me estaba duchando, a las 19:45 me estaba vistiendo. A las 20:05 saliendo de casa y, al fin, a las 20:30 estaba entrando por la puerta del bar, una hora y media tarde.

            Bueno.

            Me alegró ver que estaba todo muy lleno.

            Por primera vez, Camilo no estaba detrás de la barra, estaba su jefe. Un hombre que siempre iba en camiseta o jersey pero que, aquella tarde, se había puesto una camisa blanca. Estaba un pelín arrugada y le quedaba un poco justa, pensé: "a saber la última vez que se la puso", pero me pareció un detalle hacia Camilo que quisiera ponerse elegante.

            —Por fin llega la princesa del pueblo —se acercó Camilo por mi izquierda, con una copa de cerveza en la mano.

            —Perdona, me he despistado con la hora.

            Con un ojo miraba a Camilo, con otro, miraba el ambiente, con un tercer ojo buscaba a Edu entre la gente deseando que se hubiera ido.

            Pero esa tarde no era para pensar en mis dramas de quinceañera, era para celebrar la expo de Camilo.

            —Esto es espectacular —le dije—, ¡está lleno de gente!

            —¡Y he vendido dos cuadros! —Camilo tenía la cara iluminada—. El del hombre abrazado a una almohada, ¿lo recuerdas? Y el del tío que está sentado en el suelo con la cabeza apoyada en las rodillas.

            —¡Ese me encanta! —le respondí, me lo había enseñado y era realmente bonito, tierno y... bastante sensual.

            Apareció Fran de la nada.

Podéis llamarme LOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora