27. AMORE MIO. CRISIS

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Javi y yo nos reunimos otra vez en el local donde habíamos hecho el casting de las chicas que iban a representar a Daisy en Amore Mio, aquel guion que había escrito para convertirse en la comedia romántica del año, pero que, de momento, iba a ser una obrita de teatro en algún casal o centro cultural...

Había pasado una semana desde que elegimos a veinte de las veinticinco chicas que vimos. Pero en esa semana habían pasado cosas.

Ni Javi ni yo dábamos crédito, pero una de nuestras candidatas era la protagonista de una serie nueva de Netflix que estaban anunciando al nivel de Élite. En los autobuses, en las plazas Callao y Catalunya, en la tele...

—¿Seguro que es ella? —me preguntaba Javi, incrédulo.

—Completamente.

Estuvimos buscando en mis hojas Din A4, donde teníamos una foto grande por candidata. Pero no la encontrábamos.

—No lo entiendo —dije extrañado—, estaba convencido que la habíamos visto. Además, Lia, ese nombre es muy particular.

Javi se acercó a una estantería, donde habíamos dejado las hojas de las cinco descartadas. Les echó un vistazo rápido. Y me la enseñó.

—Aquí está —dijo como si estuviéramos en un capítulo de CSI—, Lia Suárez.

Me acerqué un tanto avergonzado.

—¿En serio hemos descartado a la nueva estrella de Netflix?

Javi no respondió, le daba tanta vergüenza como a mí.

—Pues sí que tenemos un ojo de mierda, ¿no? —le dije, indignado.

—A ver —Javi siempre encuentra respuesta y consuelo para todo—. Ahora no la recuerdo muy bien, pero tal vez el papel que hace en Netflix no tiene nada que ver con el que buscábamos en Amore Mio. Nosotros buscábamos a una guiri con un punto cómico pero que a la vez enamorara al público, ahí tal vez tiene que hacer un drama y hace de mala. Es que no lo sabemos.

Realmente, Javi le daba el mismo valor a una serie de Netflix que a una obra que no tenía ni fecha ni lugar de estreno.

—Pero, Javi, imagínate. Hacer la obra con esta chica, esto nos daría mucho caché, y más a ti.

—También es verdad, a mí me podría dar un empujón —reflexionó—. Y, tal vez, trabajando con ella se me abre una puerta. Tienes razón.

—Tenemos que llamarla —cogí el teléfono.

—¿En serio? ¿Después de haberla descartado? Es muy poco profesional.

—Ella no sabe que la hemos descartado, no hemos dicho nada a nadie.

—Es verdad.

—Vamos a llamarla —dije marcando su número.

Un tono.

Dos tonos.

Tres tonos.

No respondió.

—Le voy a mandar un whatsapp —dije—, vamos a decirle que nos gustaría volver a verla, pero que prácticamente el papel es suyo.

—¿Estás loco? —dijo Javi—, ¿vas a valorar más a una chica porque salga en Netflix que por sus dotes de actriz?

—No estamos para ponernos exquisitos —me justifiqué.

—¿Y si cogemos a una que realmente valga y que en un futuro se acuerde de nosotros como los que la descubrimos?

—Esas cosas no pasan —le quise bajar de la nube—. Lo que no entiendo es qué hace una actriz tan profesional presentándose para nuestra obra de mierda.

—¡Eh! —Javi se puso serio—, un respeto a tu obra y a mi papel.

—Javi —me alteré—, aceptémoslo, es una mierda obra, con una mierda guion, que no va a ir a ningún lado más que a un teatro de barrio, ¡y si llega!

Javi me miró negando con la cabeza.

—¿Eso crees? —me dijo levantando la voz—. Pues nada, dejémoslo, ¿no? Si tan mierda es. Si nadie lo va a ver.

—Tampoco es eso —me sentí mal.

—Llevas diciendo que el guion es una mierda desde el primer día. Entonces, ¿yo qué hago? ¿Interpreto un papel de mierda también?

—No quiero decir eso.

—Pues es lo que estás diciendo —se le veía dolido y cogiendo su chaqueta—. Todos los putos días.

—Joder, Javi, no te vayas.

Javi dejó su chaqueta, como si se lo hubiera pensado.

—¿Tú quieres hacer esto porque te gusta o porque quieres tener éxito?

—¿Cómo? —no entendí esa pregunta en ese momento.

Amore Mio, esta comedia, ¿la escribiste porque te gustó escribirla o porque pensabas que iba a ser un taquillazo en Hollywood?

Pensé en cuando la escribí, intentando recordar qué me empujó a hacerlo.

—No sé, jamás pensé que fuera a ser un taquillazo. Bueno, un lado de mí siempre soñaba en que lo fuera, no te voy a engañar. Pero lo hice porque me hacía ilusión.

—La primera vez que me hablaste de Amore Mio te brillaban los ojos. Cuando hicimos los primeros ensayos, te brillaban los ojos. Cuando tuvimos que buscar una nueva actriz, no dudaste ni un segundo.

Me di cuenta de que tenía toda la razón del mundo, como siempre.

—Si te gusta escribir, te gustará escribir desde un taquillazo para Netflix, hasta un mensaje de whatsapp.

—Bueno —no vi el ejemplo muy claro—, tampoco es comparable un whatsapp con un guion.

—Ya me entiendes —me calló—. Es como a mí, a mí me gusta actuar. Claro que me gustaría que me pagaran millones por hacer un papel o salir en todos los carteles de Netflix. Y, no quiero mentir, sueño con que llegue ese día. Pero ese día ya llegará, o tal vez no llega nunca, mientras tanto, lo único que sé, es que soy feliz haciendo cualquier papel, desde el más absurdo hasta el más profesional.

Qué bien habla mi amigo Javi.

—Y hacer esta obra contigo, solo el intentarlo, me está haciendo muy feliz. ¿Tal vez no se estrena nunca? Puede ser. Tal vez la ven cuatro gatos, puede ser. Pero estos momentos, ¡no nos los quita nadie!

En ese momento me sonó el teléfono.

Era Lía.

Los dos miramos el móvil, sorprendidos.

—¿Qué le decimos?

—No lo sé.

Y le di al botón verde. Y respondí.

Podéis llamarme LOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora