Columbia ||Pedri González||

》V e i n t i s i e t e《

►𝐁𝐚𝐫𝐜𝐞𝐥𝐨𝐧𝐚, 𝐄𝐬𝐩𝐚ñ𝐚. 𝟐𝟒 𝐝𝐞 𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟑.

—¿Irás a Madrid?

—Bea nos ha invitado a Naia y a mí —respondió la muchacha en cuanto salieron al jardín de la casa del futbolista—. De hecho quiere que tú también vengas. Bueno, digamos que es como una.... Cena de Selección improvisada. Incluso el aniversario del mundial.

—Calla, ni me lo recuerdes. Aún duele.

—Otra herida que piensas que está cerrada, pero no es así.

—¿Y cuándo vamos a hablar del viaje? —Olivia frunció el ceño.

—¿Qué viaje?

—El viaje en grupo que tenemos pendiente.

—¿Me he perdido algún plan o algo? —dejó los vasos en la mesa que habían preparado para cenar en el jardín. Pedri rió.

—Tú misma me lo dijiste. Pero como pasas del móvil, no lees los mensajes. Han pensado en que podemos ir a Mallorca en verano, o a cualquier isla.

—Pues no me disgusta la idea, las cosas como son.

—Y tú a mí me debes un viaje a Florencia —la rubia soltó una carcajada.

—¿Me lo vas a volver a repetir?

—Hasta que me aburra —ella sonrió.

—Podemos ir en Navidad, si quieres.

—Ah, ¿vas en serio?

—Claro que voy en serio. En Nochebuena y en Navidad ceno con mi familia, porque seguramente vendrán mis tíos, mis primos y todo. Pero podemos ir después, del veintisiete al treinta, por ejemplo.

—De todas maneras yo en Navidad volveré a Canarias. Así que esos días me vienen genial. Incluso podemos pasar allí la Nochevieja —de nuevo, sonrió y asintió con su cabeza.

—Me muero de ganas por ir allí.

—Como si no estuvieras acostumbrada.

—Pero no lo estoy a ir contigo. Ahí está la diferencia —reconoció la chica con una sonrisa—. Estoy deseando enseñarte todo lo que hay en la ciudad.

—Pues que empiece la cuenta atrás —Pedri dejó lo que habían pedido para cenar, y se sentó enfrente de su chica—. ¿Vendrás al partido?

—Obvio, aunque me muera de un infarto.

—Pedirte que te pongas mi camiseta es mucho, ¿no? —ella soltó una carcajada.

—Amor, te adoro. Pero me estás pidiendo demasiado. Además, voy con mi padre y con Hugo.

—¿Cómo me he metido en una familia de madridistas?

—La auténtica pregunta es, ¿cómo he terminado saliendo con un culé?

—Porque soy genial. El mejor novio que vas a tener.

—Ah, ¿sí? ¿Cómo estás tan seguro de eso?

—Porque pienso demostrarte todos los días lo imprescindible que eres en mi vida —Olivia sonrió, movió su silla para estar sentada al lado de él y le besó.

—Definitivamente sí, eres genial. El mejor novio que se puede tener.

—Puede que no sea el primero que tengas, pero sí pretendo ser el último.

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—¿Has elegido ya la película?

—Qué va —la chica dejó el mando sobre la mesa—. Quería ver Rocky, pero me la han quitado de todas las plataformas. Te voy a poner de los nervios como veamos Mamma Mia! porque me sé todos los diálogos, las canciones y los bailes. Tengo las hormonas revolucionadas y ver El Gran Showman significa una buena llorera —suspiró frustrada—. De pequeña era más sencillo, ¿sabes? —Pedri rió y se sentó junto a ella después de dejar el bol de palomitas en la mesa.

—¿Y por qué no vamos a la aventura? Una que no hayamos visto.

—Terreno pantanoso para poder ponernos de acuerdo, ¿no crees?

—A las muy malas, lo echamos a suertes.

—Oye, una cosa. ¿Por qué no les dices a tus padres que vengan?

—¿A qué viene eso ahora?

—El otro día estuve con mis padres. Y les comenté lo que le dije a tu madre en la Tasca, y ellos piensan que es una buena idea —se encogió de hombros—. ¿No crees que puede ser divertido?

—¿Los consuegros siendo cada uno de un equipo? Definitivamente sí —en ese momento, la pantalla del móvil de Olicia se encendió gracias a una notificación—. ¿Te has puesto una foto nuestra de fondo de bloqueo?

—Sí —reconoció con una sonrisa, y se la enseñó—. Es de cuando estuvimos en Granada. No sé, me gusta muchísimo. Casi todas las fotos que tengo con los chicos, aunque sobretodo las que tengo contigo me hace sentir como que estoy en casa. En mi lugar seguro.

—A mí también me pasa, pero yo en vez de tener una foto nuestra... Tengo una tuya —le mostró la que tenía.

—¿De cuándo es esto?

—De aquella vez que estuvimos en la playa. Cuando confesaste que saliste con Pedrosa. De hecho, Eric me dijo que terminaría usándola de fondo de pantalla algún día, y no se equivocó —ella volvió a sonreír y le besó.

—Definitivamente soy la envidia de todas las chicas de España. Y del mundo si me apuras.

—Me llegan a decir a mí el día que nos conocimos, que acabaríamos así, y posiblemente me hubiese dado un ataque de risa.

—¡Eh! Eso me ha ofendido un poco.

—Venga ya, amor. Si incluso tú piensas lo mismo.

—Bueno, es posible —ambos rieron—. ¡Es que yo no buscaba una relación! Pero claro, tuviste que llegar tú a cambiarme los planes.

—Era tu momento de representar Columbia, cariño. Todavía recuerdo cuando la cantaste a pleno pulmón en el concierto.

—Para nada, para terminar entrando en una relación —de nuevo, río—. Pero bueno, no pasa nada. La vida sigue.

—Y te quejarás, encima.

—¿Yo? Para nada. Eres el mejor tío que Hugo puede tener.

—Lo que yo te diga, soy su favorito.

—Ni de coña. Ponte a la cola que la que está en el podio del niño, soy yo —otra notificación, era del grupo que tenían con los chicos.

—¿Qué pasa? —preguntó el canario con curiosidad.

—Le han cerrado la cuenta a Pedrosa —suspiró—. Por lo de mis fotos y eso. Se ve que la parte buena y humana de tu fandom ha estado denunciando todas y cada una de las fotos, y la cuenta.

—¿Y cómo sabes tú eso?

—El otro día nos etiquetaron en una foto nuestra. Y como soy una maldita cotilla, miré las historias de la cuenta. Y estaba pidiendo que denunciasen las fotos y tal. Ha salido bien, por lo visto. De verdad, estar con ese tío es lo peor que me ha podido pasar en la vida. Con diferencia es una de mis peores decisiones.

—Bueno, piensa que eso ya está solucionado.

—Qué va, ni de coña. Es Internet, esas fotos van a estar ahí para el resto de mi vida.

—No pienses en eso, ¿quieres? Peores cosas hay, y nadie se acuerda de ellas. ¿Hemos dicho que íbamos a ver Una pareja de tres?

—No quiero llorar, Pedro.

—¿La Milla Verde?

—Una llorera más que justificada.

—No hay quien te entienda, cariño. De verdad —Pedri la abrazó por los hombros y puso la película.

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