》V e i n t i o c h o《

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𝐁𝐚𝐫𝐜𝐞𝐥𝐨𝐧𝐚, 𝐄𝐬𝐩𝐚ñ𝐚. 𝟐𝟓 𝐝𝐞 𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟑.

Pedri se despertó con los primeros rayos de sol que entraron por la ventana. Aquel día tenía entrenamiento por la tarde, por lo que no debía preocuparse sobre la hora a la que se levantaría. Buscó el cuerpo de Olivia en la cama con su mano, pero no lo encontró.

Extrañado, abandonó la cama y fue hacia la cocina. Se la encontró allí, de espaldas y con su camiseta. En cuanto se giró, sonrió.

—Eh, buenos días —dijo con suavidad. Se acercó y le dio un beso en los labios.

—Todavía no me he lavado los dientes.

—Como si eso me importase —rió ligeramente—. He preparado café, y también unas tostadas.

—¿Siempre tienes el pelo así? —de nuevo, Olivia rió.

—Sólo cuando recibe mucha acción —le guiñó un ojo.

—¿Has dormido bien?

—De fábula. Como un bebé. ¿Y tú?

—¿Contigo? He dormido genial.

—También dormiste conmigo en Granada. No es nada nuevo para ninguno de los dos.

—Pero eso no quita que adore despertarme contigo al lado.

—Ogh, Pedro, me conquistas.

—Ah, ¿pero no te tenía ya?

—A medias, a medias —Pedri sonrió y la besó. En ese instante, oyeron el timbre. Se miraron extrañados—. ¿Has quedado con alguien?

—No que yo sepa —de nuevo, volvieron a timbrar—. Joder, ¡voy!

—¡Al fin abres! —automáticamente, Olivia se asomó por la puerta de la cocina— ¿Ves? Te dije que estaba aquí.

—¿Pero qué coño...?

—¡Que tenemos que organizar el viaje!

—No me lo puedo creer —murmuró Pedri—. ¿Pero cuántos habéis venido?

—Todos los que vamos, evidentemente. Vamos al jardín.

—Pero... —al anfitrión no le dio tiempo a impedirlo cuando sus amigos ya habían salido a la zona exterior— Quiero matarlos.

—Ya... Yo de momento voy a preparar más café, porque yo había calculado para dos. Y... Llévate eso al jardín —señaló el plato con las rebanadas de pan y el tarro de mermelada.

—Tío, ese es mi desayuno romántico.

—No te preocupes, tendremos muchos más. Por cierto, ¿el nuevo...?

—Fermín. Supongo que Gavi le habrá hecho el lío.

—Pues uno más. Ahora en serio, ¿tengo el pelo muy mal? —el canario miró a su novia, y contuvo la risa.

—A ver, depende de lo que consideres mal —la muchacha le dio un golpe en el brazo—. ¡Eh!

—Te mato —rápidamente, se hizo un moño para poder disimular aquella noche.

—Difícil lo veo —Pedri se llevó al jardín lo que Olivia le había dicho.

—¡Uh, desayuno gratis! —Eric fue a coger una de las rebanadas, pero su amigo le dio un manotazo— ¡Eh, que duele!

—Es mí desayuno. Literalmente habéis irrumpido en mi casa a las diez de la mañana, lo mínimo que me merezco es poder comerme lo que mi novia ha preparado.

Columbia ||Pedri González||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora