►𝐁𝐚𝐫𝐜𝐞𝐥𝐨𝐧𝐚, 𝐄𝐬𝐩𝐚ñ𝐚. 𝟏𝟗 𝐝𝐞 𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟖.
—¿Estás seguro de esto? —Pedri miraba la pequeña caja que tenía entre sus manos. Sus ojos se clavaron en los de Gavi, y asintió con su cabeza.
—Estoy enamorado de ella. Quiero pasar el resto de mi vida con ella. Creo que no necesito mucho más.
—Pues entonces adelante —comentó Ferran—. Madre mía, no me lo creo. Has tardado cinco malditos años en decidirte.
—Bueno, mejor tarde que nunca, ¿no creéis?
—¿Estás nervioso? —preguntó Alejandro.
—Estoy acojonado.
—¿Teníamos que venir todos a mirar el anillo? —quiso saber Pablo.
—Claramente, gracias a nosotros están juntos —Pedri frunció el ceño al oír las palabras de Eric—. ¿Qué?
—Literalmente no habéis hecho nada para que Olivia y yo empezáramos a salir.
—¿Cómo que no? Estábamos todos ahí pico pala.
—Estos dos le tiraron la caña indirectamente. Incluso se besaron con ella —puntualizó el canario señalando a Balde y a Ferran.
—Datos sin importancia. No vendrás a echarlo en cara ahora, ¿no? —aquellas palabras de Ale le hicieron reír— Nos avisarás cuando lo hagas, ¿no?
—A lo mejor está demasiado ocupado —dijo el valenciano con gracia.
—Joder, ¿qué quiere ahora esta niña? —musitó Gavi al ver el número de su hermana reflejado en la pantalla de su móvil— Ahora vengo —se alejó un poco de sus amigos para poder hablar con ella.
—¿Vas a pedírselo hoy?
—Ese es el plan. Pero no sé cómo hacerlo. No sé, estoy cagado —sus amigos rieron al oírle.
—Sólo vas a pedirle matrimonio.
—¿Y te parece poco? Le voy a pedir que pase el resto de su vida conmigo.
—¿Cuál es el problema? Lleváis cinco años juntos, y os conocéis desde hace seis.
—¿Y si me dice que no?
—¿Le pegas tú o le pego yo? —dijo Eric mirando a Balde, que se encogió de hombros.
—Tío, existe esa posibilidad.
—No, no existe. Con Olivia no —aseguró Ferran—. Sigue teniendo el mismo brillo en los ojos que cuando te conoció, eso no ha cambiado. Le haces brillar, Pedri, y ella a ti.
—Me va el corazón a mil, os lo juro.
—Bueno, ya nos contarás cómo ha ido todo. Queremos saber si tenemos que comprar cervezas para celebrarlo o para consolarte.
►◄
—¿Cariño?
—¡Estoy aquí! —Olivia salió sonriente de la cocina— ¿Qué tal con los chicos?
—¿Qué?
—Con los chicos. Me dijiste que saldrías con ellos.
—Ah, sí, es verdad. Pues muy bien, como siempre.
—Cielo, ¿estás bien?
—¿Yo? Sí, ¿por qué? —la chica alzó una ceja, y rió.
—Para empezar, puedes respirar con tranquilidad. Como sigas hiperventilando, te va a dar un ataque de ansiedad. Y puedes relajarte también, que pareces un palo ahora mismo. ¿Sabes? Tengo una idea, ahora vuelvo —la muchacha fue hacia la habitación. Un momento que Pedri utilizó para intentar relajarse. Pronto notó un arañazo en su pierna. Miró hacia el suelo, y vio a Stark, el cachorro de labrador que habían adoptado dos meses atrás.
ESTÁS LEYENDO
Columbia ||Pedri González||
Random"Se le escapó un 𝐓𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 a la que no quería nada".