Capítulo 4: La tumba

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El agua de la lluvia caía sobre la tumba frente a mí, humedeciéndola. Los rayos, que impactaban cada cierto número de segundos, iluminaban la oscuridad de la noche. Los truenos ayudaban a que el ambiente fuera algo más terrorífico.

Pero para mí no lo era.

Para mí solo había nostalgia.

Hacía un año de la muerte de mi mejor amigo, quién murió a causa de una enfermedad rara.

Las gotas mojaban mi rostro, haciendo que pareciera que estaba derramando lágrimas. Sin embargo, mi expresión facial decía todo lo contrario. Estaba seria y mi postura era rígida.

Escuché pasos detrás de mí que se acercaban.

—Lo siento mucho.

No me giré para mirarle, mi mirada estaba penetrando las letras grabadas en la tumba.

Bruno Fontana

1998 - 2022

La persona que me había acompañado desde los tres años, falleció a los veinticuatro.

Y lo peor era que nadie sabía nada de esa enfermedad.

—Karla —me llamó Leo. —Es tarde, debemos irnos.

Noté que su mano se posó en mi hombro, en señal de apoyo. Por primera vez en mucho tiempo, no la aparté. Lo necesitaba.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?

No quise responderle. Con mi silencio, entendió que llevaba bastante rato con la mirada perdida, fija en aquella estructura de piedra.

—Vamos, Karla.

—No —conseguí decir.

—Sé que es duro para ti, pero debemos irnos.

—¿Por qué? ¿Acaso hay algo más importante? —Se me entrecortó la voz.

Leo suspiró, dejando caer su brazo de mi hombro.

—Es tarde.

—Si ese es tu único motivo, no pienso hacerte caso.

Escuché que resoplaba.

—¿Por qué siempre tengo que ser yo el que obedece tus órdenes? ¿Por qué, desde que murió Bruno, te has vuelto tan fría? ¿No podrías ser un poco más cariñosa conmigo, tal y como eras cuando empezamos a salir?

Tomé una respiración profunda.

No quise responder.

—Karla, contesta.

—Porque hay circunstancias en la vida que te cambian, que te arrancan el corazón del pecho. No soy fría por elección, lo soy porque la vida ha querido que yo sea así. Soy una persona totalmente distinta desde que aquello ocurrió. Leo, no sé por qué sigues a mi lado, pero gracias por estar conmigo y demostrarme que me quieres.

Fue la primera vez en años que le dije algo como eso. De verdad agradecía que no me hubiese dejado, pero había veces que me daba pena.

Yo a él no le quería.

Pero tampoco se merecía que lo hiciera.

—Karla, sabes que estoy enamorado de ti. Llevo cinco años estándolo. Y me encantaría que me demostrases de vez en cuando que tú también lo estás de mí, porque hay momentos en los que pienso que solo seguimos juntos porque tienes miedo a quedarte sola.

Es que me sentía sola.

Sin Bruno, mi mundo había comenzado a apagarse.

—Vamos, debemos irnos.

—No —dije tajante.

Y entonces se escuchó el sonido de una notificación en ambos teléfonos.

P. Fiore: Reunión urgente. Mancini tiene los resultados de la autopsia del señor Caputo.

Proyecto Mafia (versión corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora