Capítulo 11: Las substancias

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—Debemos investigar más sobre el Proyecto Mafia —propuse, al cabo de un rato, en el que aprovechamos para leer toda la información. —Valentino experimentaba con niños. Experimentaba con mi prima. Por eso en el diario explicaba que a Francesca le pasaba lo mismo que a él, porque Caputo experimentaba con ella.

Le di la vuelta a la hoja.

—Todo este tiempo... Leo, hemos estado creando fármacos para cambiar la personalidad de mi prima. Para que ella forme parte de una mafia.

Juntó las cejas. Había conseguido calmarle; ahora su rostro solo mostraba confusión.

—Pero... Que nosotros sepamos, eso es imposible. La personalidad no se puede alterar con medicamentos.

Di una respiración profunda.

—No lo entiendo, Karla. ¿Cómo es po...?

—Porque nosotros poseemos lo necesario para crearlos —le interrumpí antes de que pudiera acabar de hacer la pregunta. —Son las combinaciones. Si te das cuenta, hay un único medicamento que se puede combinar con todos los demás.

No tuvo que darle muchas vueltas para poder decirlo.

—Sfumara.

—Exacto. Por sí solo, ya es muy potente. Cuando yo llegué a Nettox, este medicamento ya lo habíais creado. No sé cómo fuisteis capaces de hacerlo en tan solo dos años, pero lo conseguisteis. Y, a raíz de la creación de este, se ha estado utilizando para llevar a cabo los demás.

—Cuando te contrataron, ya estábamos empezando a crear el Sagretex, ¿cómo no te diste cuenta de su verdadero propósito?

—Porque me engañaron. Al igual que te engañaron a ti con los dos. Me dijeron que el objetivo que debíamos conseguir con Sagretex, era hacer que la timidez aumentara. Luego me dijeron que, combinado con otros medicamentos, iba a tener efectos positivos en el comportamiento de las personas.

—¿Y cuál es el verdadero?

Ojeé los papeles, en busca de la respuesta a esa pregunta. Cuando encontré la definición de cada medicamento, la leí en voz alta.

"Sagretex. Propósito: mejorar la capacidad de ocultar información y secretos." —Aparté el documento. —Si pensamos un poco, las personas tímidas suelen analizar mucho a las personas. Escuchan, observan, piensan... Es decir: retienen información y, muy probablemente, se llegan a enterar de secretos. De esta forma, saben muy bien a quién acercarse y a quién no. Evitan el miedo al rechazo.

—¿No te parece que está relacionado con el Sfumara?

—Todos están relacionados con él. Te recuerdo que cualquier combinación de cualquier medicamento con este, es posible.

—Cuando se creó la empresa, me dijeron que la meta del primer fármaco era desarrollar la habilidad de evasión de una persona. Me dieron a entender que este se iba a combinar con futuros medicamentos, para así conseguir efectos y objetivos positivos en el comportamiento de alguien. Yo no me negué a ayudarles. En su lugar, dos años después, te invité a unirte a la empresa. Ahora me arrepiento...

—Leo —le llamé, —no es tu culpa.

En realidad sí lo era. Yo no había oído hablar de Nettox jamás, hasta que él me lo mencionó en una conversación en la que yo le decía que estaba buscando trabajo.

—Solo fuiste un inexperto que se apuntó a la primera oferta de trabajo que le apareció por el camino, pero no es tu culpa.

Repito, sí lo era.

—Gracias, Karla.

Sonreí.

—Te quiero, Leo. Nunca lo olvides.

Proyecto Mafia (versión corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora