Capítulo 5: La traidora

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—¿Por qué nos has tenido que avisar a esta hora?

—Moretti, es algo importante —dijo Fiore.

—Ya, pero podrías habérnoslo dicho por la mañana, ¿no? Cuando estemos todos.

Los demás estuvieron de acuerdo con lo que había dicho Leo. Ahora éramos muy pocos, pues algunos seguían durmiendo, y, para una noticia como esa, debíamos estar todos los trabajadores de la empresa.

—Bueno, los demás ya se enterarán mañana. Ahora lo importante es que ya tenemos los resultados.

—¿Has encontrado algo importante? —le preguntó la pelirroja, Eleonora Damico, a Giorgio Mancini, el médico forense.

Él asintió. En sus manos sujetaba una libreta pequeña en la que había anotado todo lo que había investigado.

—He hecho varios apuntes sobre la investigación. Además de ya saber la causa de muerte, he descubierto algo extraño en el cadáver del señor Caputo. —Hizo una pausa. —Veréis, gracias a la autopsia, he visto que el estado de sus órganos no era el mejor. También he realizado pruebas de toxicología en las que, sorprendentemente, he encontrado veneno acumulado en ellos. No he podido detectar qué fue lo que provocó este envenenamiento, pues es un proceso demasiado complejo que no he podido realizar. Lo que sí que sé, es que Valentino iba a morir en poco tiempo.

—Quizá se refería a eso cuando me dijo que iba a fallecer —supuso Fiore.

—Es probable que él lo supiera, pero, por algún motivo, nunca se lo contó a nadie —dijo Mancini.

—No quería preocuparnos —asumió Damico.

—O a lo mejor sí se lo contó a alguien, pero no a nosotros.

—¿Y a quién crees que se lo podría haber contado, Karla? —preguntó Fiore.

Me encogí de hombros.

—No sé, a alguien más cercano, supongo. Algún familiar o... ¿Sabes si Valentino se casó o si tenía pareja?

Paolo, al ser el único amigo del señor Caputo de los integrantes de Nettox, conocía la respuesta. Me respondió asintiendo con la cabeza.

—Se casó hace diez años. Nunca llevaba el anillo porque no le gustaba, pero tenía muy buena relación con su mujer. O al menos, eso es lo que yo sé.

Se me ocurrió la idea de visitarla, pero no sabía dónde vivía ni quería preguntárselo a Paolo en frente de mis compañeros. No quería que sospecharan que estaba investigando por mi propia cuenta, ni que su asesinato tenía algo que ver conmigo.

—Entonces, ¿podemos hacer un breve resumen de los hechos? —pidió Leo.

Mancini fue el que contestó.

—El señor Caputo llevaba un tiempo indefinido exponiéndose a ciertas substancias que, a la larga, le han provocado la acumulación de veneno en sus órganos. Esto nadie lo sabía hasta que acabé de realizar la autopsia. Hace una semana, apareció su cuerpo sin vida en los laboratorios de su empresa. El asesino le hizo una escarificación en el cuello para amenazarnos de algo. No sabemos de qué. Tampoco conocemos al culpable, pero, por lo visto, debe ser alguien que nos conoce.

—Y que tiene algo en contra de nosotros —añadió Damico.

—Exacto.

Matteo Russo se unió a la conversación.

—He pensado que, a lo mejor, el asesino no nos está amenazando a todos, sino a alguien en concreto. Ese símbolo escarificado en su piel debe ser conocido por alguno de nosotros. Aquí hay alguien que nos oculta algo.

—¿Estás diciendo que puede haber un traidor?

—Sí, Moretti. Entre nosotros hay alguien con un secreto oscuro.

Leo me miró.

Ambos sabíamos a quién se refería Matteo.

A mí.

Proyecto Mafia (versión corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora