[𝗠𝗲𝗺𝗼𝗿𝗶𝗮𝘀; 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲 𝘂𝗻𝗼]

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Kakashi y Mināru capitulos especiales; ¿es importante leerlos para la trama en sí? Lo es, pero solo aparecen los protagonistas y unas leves menciones de otros personajes.

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En la tarde, la rubia se encontraba desierta en aquella atmósfera de calor. En Konoha hacía frío extremo, o de lo contrario hacía calor extremo; no había punto medio.

Sus orbes miel observaban con determinación al peligris. El mayor leía, tanto como siempre solía hacer.

—Mināru— el jounin carraspeó de manera suave, rompiendo la mirada del libro para ahora verla a ella —¿Podrías hacer lo que te pedí?

Ciertamente ella no deseaba.

Pero debía.

—¿No podría hacerlo después, Kakashi-sensei?— ella habló sin titubeo, y su voz con un deje de flojera. Mināru no deseaba levantarse y correr hasta la cima del árbol, utilizando chakra y un kunai.

—Debes de. Levanta tu pequeño ser y haz lo que te pido, Minā— Hatake volvió la vista a su libro, comenzando a leer donde lo dejó —Toma impulso, utiliza tu chakra en la planta de tus pies y deja una marca con tu kunai, ¿entendido?

La rubia asintió, se enderezó, sentándose sobre el pasto y mirando a ese árbol. Era la cosa más empinada, y demasiado alta a su opinión. Pero ella sabía que debía sí o sí hacerlo.

Además, la voz de Kakashi, el apodo, el tono con que su sensei utilizaba para dirigirse a ella; todo eso en conjunto le ayudaba, y hacía sentir en casa, en una casa cómoda.

—¡Ikuzo!/ ¡Vamos!— en menos de lo canta un gallo la fémina corrió, tomando previamente aquél impulso. Sus pies recorrieron la corteza del árbol, llegando a rebasar los tres metros.

Al sentir su cuerpo detenerse para no poder más, tomó su kunai y dejó la marca. Cayó de pie, recargando una rodilla sobre el suelo.

—¡Maldición! ¡Otra vez!— intentó nuevamente. Copió aquello otra vez, y otra, y otra, y así.

Hatake iba viéndola, correr, dejar su marca y caerse. Pero nunca había logrado realmente quedar sobre aquella punta empinada.

"Concentra tu chakra en tus pies, es fácil" él pensaba, dejando su libro de lado para verla a ella y nada más a ella.

En cada uno de sus intentos podía ver la energía de la chica agotarse, más no su gana de lograr lo que él le estaba instruyendo. Además la Namikaze tenía una destreza y un abismal chakra dado a sus posibles parientes.

—Mināru, alto— Kakashi se levantó, poniendo una mano sobre el hombro de la contraria. Ella lo miró, un poco sonrojada gracias a las acciones que previamente ella hacía. Sudor bajaba de la sien de la muchacha —Toma un descanso, ¿okey? Bebe agua, e inténtalo nuevamente.

—B-Bien, Kakashi-sensei...— respondió,  tomando un descanso posterior a sus palabras.

Cuando bebió agua sintió su mirada sobre ella, cosa que le incomodó y avergonzó; ella tenía un gusto sobre su sensei que solo Naruto y Sakura sabían bien.

—Acuéstate, debes estar exhausta... supongo...— Kakashi habló. Él sabía que la menor era una chica que no se vencía, algo así como su amigo rubio Jinchuriki; básicamente los dos eran los fracasados sin saber hacer un clon.

Fue triste espiar al equipo en sí antes de que siquiera ellos lo conocerían a él; pues se dió cuenta la falta de amistad, y de equipo que los cuatro tenían.

Al principio había pensado que Hiruzen hizo bien al añadir a la rubia, porque según él no había espacio en otro equipo... pero en realidad fue solo porque aquella rubia tenía un lazo de fuerte amistad con Uzumaki.

Y cada que recordaba a la chica y el de ojos celestes ser el aislado de los demás, o estar solos en en receso, o simplemente en la sala de clases donde Iruka daba clases; le daba una sensación de vacío por ella, no sabía ciertamente por qué ella... ella... y ella...

Tenía una afiliación por la rubia, una que no le daba con Sakura o no Naruto, ni siquiera Sasuke que de vez en cuando entrenaba mucho más que al resto.

—Mināru— cortó el silencio que creó él mismo al pensar sobre la primera vez que la conoció —¿Tienes parientes?— él no sabía si había familia Namikaze viva, dónde, o si la fémina era adoptada.

—Mhm... no, no tengo...— sus ojos miel cruzaron brillos con el de su contrario, mayor que le volvía loca con justa razón.

Hatake miró al cielo, luego volvió la mirada y se enderezó sobre ella pero no invadiendo su espacio. Sus manos recorrieron el pasto, viendo el cabello largo de la muchacha que se esparcía como si fuesen tentáculos.

—Me... recuerdas a alguien especial— no le diría que a Minato, porque su nombre le daba la ilusión. Tampoco le diría que le recordaba a Rin, pero quizá más servible que la misma en su tiempo —Tus ojitos lo hacen... Perdón, eso suena... mal de mi parte.

—¡N-No!— ella se endereza también, pero no sirve de mucho por la altura del peliplata —Eso sonó muy lindo, ¡me ha encantado! Eres muy dulce- Digo, es usted muy dulce— se corrige con nervios, mirando directo al ojo negro de su mayor.

—Me alegra, pues no quería que pensaras que soy... raro...— típico en él rascó su nuca, riendo con su ojo curvado en una sonrisa avergonzada —Da igual, me he puesto sentimental Mināru, sigue con el entrenamiento.

Eso no le gustó, pero no negó nada y se levantó dispuesta a demostrar lo que fuera con tal de que él la notara y ser suficiente para la figura tan masculina de Kakashi.

—¡Vamos!— la chica hizo un clon de sombra, que gracias a Dios ella ya podía ejecutar.

Cuando su clon se puso bajo de ella para darle impulso, más el de haber corrido antes de pasar por la corteza del árbol con la planta de sus pies; el clon desapareció, creando otro y otro para subir a la vez, concentrándose en poner chakra por la planta de sus pies, ejecutando lo que Hatake pidió a la perfección.

Fue la última en aprender el control de chakra sobre la planta de sus pies; ¿por qué? Kakashi se negó a que Mināru Namikaze fuese a la misión donde estaba Zabuza, donde allí él enseñó aquello. Y él no se negó a que ella fuera porque supiera el peligro de esa misión. La razón era porque por alguna cosa de la vida él no quería arriesgar la vida de la pequeña rubia y verla herida o en riesgo.

Algo le pasaba con ella, sentía una necesidad de protegerla, cuidarla, mirarla como si fuese un retrato imperfecto.

La preadolescente era linda, obvio, pero allí en su cabeza no había deseo... solo deseo de protegerla a toda costa, fuese lo que fuese, costase lo que costase.

𝐇𝐈𝐃𝐃𝐄𝐍 🝮︎︎︎︎︎︎︎ 𝐊. 𝐇𝐚𝐭𝐚𝐤𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora