[𝗠𝗲𝗺𝗼𝗿𝗶𝗮𝘀 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲; 𝗰𝘂𝗮𝘁𝗿𝗼]

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Luego de semanas, Mināru estaba centrada en comer. ¿Por qué? ¿A quién no le gustaba comer cuando se está deprimida?

—¡Aquí está la orden, disfruta Minarū!— Teuchi sonrió, extendiendo el plato de ramen, siendo entonces la rubia quien tomase el plato.

Estos días, la fecha en que el Kyuubi arrasó con la aldea, matando a sus padres en aquel incidente, había sido devastante, y de hecho había quedado sola y huérfana...

pero eso en Konoha era cosa normal.

Mientras comía y trataba de quitar las penas, aquella mirada perdida había inundado en sus ojos miel. Hasta que la voz de aquel hombre parecía perseguirla incluso en sus momentos más necesitados.

—Una orden de ramen, por favor...— el Hatake inunda el local de su voz onda y suave, sus ojos negros se dirigen a la chica. —Hola, Minā... ¿Te ha pasado algo? Noto algo diferente en tus ojos.— se sienta a su lado con comodidad, casi como si lo tuviera previsto hacer.

Mināru negó, avergonzada, decirle a su sensei que sus padres habían muerto por estas fechas era algo que no quería sacar a luz, pero su vergüenza no venía a raíz de eso, venía por la frase "Noto algo diferente en tus ojos".

¿Entonces eso indicaba que él pasaba horas viendo sus ojos? Porque eso quería imaginar Mināru, eso deseaba, tal cual como ella misma hacía durante muchas horas del entrenamiento; mirar sus ojos y perderse, ser golpeada por las manos de Kakashi era tan solo para tener un contacto... uno solo...
Además de cuando él le recalcaba una de sus fallas durante y posterior al entrenamiento, no era por ser despistada, era de hecho por estar concentrada viéndolo a él... y solo a él.

—Kakashi-sensei, solo estoy un poco triste... no es nada realmente importante a decir verdad.— la fémina está retraída, con sus palillos se ayudó a comer, teniendo la mirada pasiva del peliplata.

—Esa cara no me parece que sea nada, sabes. Puedes contarme si te sientes en confianza, no hay que temer, créeme, no sirve de mucho guardarlo en tu corazón— dice él. —Quizá no soy de ayuda, o quizá podría serlo... pero no podrás averiguarlo si no me cuentas.

La rubia no demoró mucho en negar. Para ella era una cosa muy fuerte, asi que prefería mantener el ambiente normal y charlar de otras cosas.

Mientras comía, sentia la mirada del mayor en ella, y no hacía más que incomodarla, no de manera en la que quieres gritarle "Pervertido!" si no en la manera en que quieres ponerte roja y salir de allí para correr a casa, encerrarte y saltar de alegría.

De reojo, ella sutilmente lo veía, cuando recibió su orden de ramen el Hatake juntó las palmas y agradeció.

¡Era la hora de ver su rostr-

—Mhm está delicioso.— Hatake mira a la rubia, quien inmediatamente aprieta sus facciones en arrugas de enojo. Nuevamente, en un pestañeo él había terminado de comer, y ella no pudo verle el rostro... —¿No terminarás el tuyo, Mināru?

—No...— ella aprieta sus puños a cada lado de su cadera —Es decir, sí... sí.— la fémina bramó.

Nunca, de verdad ella nunca sería capaz de verle el rostro porque su sensei siempre almuerza como si viniera una avalancha de nieve para matarlo, con demasiada prisa. Aveces, parecía que lo hacía apropósito.

Qué idiota... tan guapo.

—Ahora entonces, termina tu plato y yo lo pago. Sería un gusto hacerlo y lo sabes.

[...]

No. No fue un gusto. Él no pagó el plato, de hecho, se hizo el tonto mientras leía el libro tan erótico que siempre suele sostener, dejando a Minaru como idiota.

—Eso no se hace.

—Se me fue... Lo lamento.

—hmp... Tarado...

—¡Oye...! Eso es rudo. Deberías tenerme mas respeto... Minā-minina...— murmuró, aquel apodo, ni siquiera él podría deducir de dónde salió, probablemente de lo más profundo de su corazón —Discúlpame. Eso fue inapropiado.

Mināru suspiró, sus mejillas se coloran de un tono carmín y no puede ver más que no sean corazones dándole vueltas alrededor de la cabeza. ¡Oh santo Dios del amor, deja de dispararle flechas!

—¡N-no para nada! ¡¿Inapropiado dices!? En lo absoluto, sensei. Me pone feliz, de hecho...— indicó ella, una sonrisa esbozada, su ternura dando repelús al peliplata.

¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué demonios él no paraba de decirle cosas lindas a la pequeña Namikaze? Esto se estaba saliendo de sus manos, cada vez más... Y ni siquiera era que él sintiera deseo por ella. En lo absoluto, de hecho solo eran... sentimientos.

Al cambio repentino de expresión en Hatake, la joven bajó su mirada, dejó de lado la caminata, sabiendo que los actos de amor de su sensei acabarían ahí. —Tengo que irme. Adiós.

Y con ese despido seco, la pequeña rubia frunció el seño, mordió su mejilla interior y apretó el puño.

—Mis padres murieron en el accidente del Kyuubi, sensei... Y si le importa saberlo, no, no me encuentro para nada bien.— Mināru finalmente soltó algo que tenía atascado. Repentinamente ella se da la vuelta, aquellas lágrimas amenazan con bajar de la cuenca de sus ojos, coño, con mucha rapidez. Limpiándoles rápidamente con el antebrazo ella comienza a caminar en ritmo de trote, prácticamente para alejarse del mayor lo más que pueda.

Hatake Kakashi escuchó el corto relato con un arrepentimiento de antemano. Todo sonaba a manipulación, ya que justo lo dijo cuando él se iba... pero nuevamente, de Mināru este tipo de actuar, en donde solía soltar todo al último momento sin propósito más que de sinceridad, era prácticamente esperable.

—¡Espera! Ven... por favor. No te vayas.— Kakashi susurra, suavemente alza la mano, llevándola hasta la suya, tocando una piel que debería ser prohibida tocar —Por favor... yo te prometo que te haré sonreír este día si me lo permites... pero no te atrevas a darme la espalda ahora, ¿vale?

Ante tales palabras su corazón late, late y sigue haciéndolo. Sus pequeños lágrimas se desbordan, una mueca en sus labios y pronto soltó un leve sollozo.

No bastó más de 3 segundos para que el alto peliplata hundiera su rostro en el hueco del cuello de la adolescente, inhalando su rico aroma, y dos, para poder abrazarla y sentir su necesidad de amor y apoyo; y 3, para darle el amor y apoyo que ella necesita y quería de él.

Un verdadero hombre que resuelve.

—...de mí solo obtendrás sonrisas...te haré la chica más feliz del mundo hoy, Minā...

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𝐇𝐈𝐃𝐃𝐄𝐍 🝮︎︎︎︎︎︎︎ 𝐊. 𝐇𝐚𝐭𝐚𝐤𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora