[𝗠𝗲𝗺𝗼𝗿𝗶𝗮𝘀 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲; 𝘁𝗿𝗲𝘀]

81 11 0
                                    

—Oye...— oyendo a las aves ir en bandada, se preocupó de sobremanera, tuvo que tomar a la rubia como saco de papas ya que las aves venían directo a ellos —¡Te dije que no trajeras comida, Mināru!

—¡Yo solo quería darles pan!— bramó entre idas y bajadas del monte, feliz porque Kakashi la tomó en su hombro, y asustada por aquel grupo de pajarracos con picos enormes.

Entre risas, pero una que otra con preocupación, solo podía limitarse a ver por el rabillo del ojo el cabello de Hatake. Y bueno, el mayor se limitaba a solo mirar hacia el frente, porque el trasero y las piernas de su alumna estaba a su costado.

Él no era un pervertido.

Icha icha y lo que quieras, pero no era un pervertido.

—¡Suelta el pan ya, Mināru, te están persiguiendo por eso!— gruñó finalmente, la rubia soltó una gran carcajada y risas ahogadas. Tiró el pan y la bandada se tiró a ello como su último recurso casi casi.

El peligris se lanzó al pasto unos metros más allá, con Namikaze abajo pero poniendo una mano abajo de su nuca y cabeza para evitarle un golpe.

—¿E-Estás bien?— susurró, escaneando así cada parte del rostro de la fémina, dejando salir un suspiro de esos que salían cuando había estado aguantando mucho hacerlo.

Y lo seguiría haciendo.

Pensamientos sobre su alumna en donde la veía cuidándola, y ella a él, no deberían haber estado en su mente, mucho menos desearlo con tanta intensidad.

La rubia por su lado, que tenía su corazón acelerado por tener tan cerca a su sensei, solo atinó a mover la cabeza como señal de “estoy bien”. Pero era cosa de tiempo para que en sus labios se formara una pequeña sonrisa.

—Gracias por preocuparse de mí. Y-Yo... bueno, lo siento, ¡no sabía que las aves vendrían a por nosotros!— confesó entre risas, un poco roja de vergüenza y ante todo alegre. Hatake se encogió de hombros cuando se sentó en el pasto, mientras la palma de su mano se ponía en la rodilla de la contraria, haciendo palpitar más sus corazones —Mhm... gracias de nuevo.

—No hay de qué... Oye, no vuelvas a traer comida, ¿entendido?— sonrió también, habiéndolo contagiado de paso con aquella sonrisa que a él le producía placer, ya que si ella estaba bien, él también lo estaba.

—¡Fuerte y claro señor!— dijo la rubia, nuevamente contagiada de risas suaves. Dejándose caer al pasto, comenzó a hacer un ángel de nieve, sin embargo en el pasto.

—Vas a ensuciar tu ropa.

—¿Y eso qué? La ropa se lava...— y advertencia tras advertencia de Kakashi solo fueron motivo para que ella siguiera moviendo sus piernas y brazos arriba, abajo y de lado a lado —Vamos, hágalo usted también, ¡es divertido!

Él se rehusó, no porque no quisiera, sino porque él era ya un hombre mayor, de 27 años y por poco en los 30.
No debería hacerlo, pero simplemente pasar un tiempo con ella no hacía daño, en cambio, lo llenaba de cosas él creía había perdido años atrás, en todas esas guerras y muertes de seres queridos.

Las risas ante su oído, la vista de aquellos labios frente a sus ojos curvados en una sonrisa, sus ojos miel, su cabello rubio, su personalidad tan... suave pero rara y única lo hacía pensar que esto era lo que estaba bien, lo que no buscó en más personas por miedo a abrirse y salir lastimado y contagiado de muerte

Nuevamente.

Porque muerte, esa palabra era la que a Mināru no le venía ni combinaba.

—No sé cómo me has convencido de que haga esto... Minā...— copiando a su alumna entre sonrisas bajo su máscara, tenía el rostro virado hacia ella, viendo su perfil y el costado de su cuerpo, pero para él su rostro era el objeto más bonito de cualquier exposición de arte, aquel cuerpo de adolescente le iba y le venía. Su rostro era el importante.

𝐇𝐈𝐃𝐃𝐄𝐍 🝮︎︎︎︎︎︎︎ 𝐊. 𝐇𝐚𝐭𝐚𝐤𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora