CAPITULO 12

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Una vez entraron en la sala, Freen empujó a Charlotte para ser la primera en sentarse. Su amiga se acomodó a su lado, con Engfa junto a ella y Rebecca al lado de ésta.
En el momento en que las luces se apagaron, sonrió tranquila por la distancia que había puesto entre las dos, pero la sonrisa se le apagó cuando, minutos después, su amiga y aquella se empezaron a besar sin tregua en la oscuridad de la sala.
La película era una preciosidad, pero no entendía nada de lo que decían. Entre beso y beso, Freen le preguntaba a Engfa, pero al final se rindió. Su amiga y su acompañante lo que menos querían era ver la película, así que decidió imaginarse los diálogos.
Rebecca, que era testigo de todo aquello, sonrió y, mirando a la joven que estaba en la otra punta, preguntó:

- ¿Necesitas ayuda con el idioma?
- No, gracias. Respondió Freen.

Después de eso, la cabo no volvió a decirle nada y ella procuró disfrutar de la película, guiándose simplemente por lo que ocurría en la pantalla para entenderla.
Cuando acabó, miró a su amiga y, con gesto de reproche, murmuró:

- Menos mal que Engfa nos iba a traducir la película.

Charlotte sonrió con picardía y su amiga finalmente también tuvo que sonreír.
Una vez salieron del cine, Rebecca desapareció sin despedirse y, tras tomar unos refrescos en la cantina, las chicas recogieron sus pasaportes en la garita de entrada y regresaron a la residencia. Era tarde y al día siguiente había que trabajar.

El viernes, Freen salió de la fábrica y esperó a su hermana en la puerta de entrada. Nam continuaba en Thailandia. El sol calentaba un poquito y era agradable estar allí. Pero de pronto el corazón le dio un vuelco al ver a la cabo que quería esquivar caminando hacia ella con su uniforme militar y unas gafas sol.

Como había dicho Charlotte, efectivamente no estaba nada mal y con aquellas gafas de aviador parecía una estrella de cine.

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