CAPITULO 13

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Varias chicas la miraban y ella encantada, les sonreia con galantería.

- Buenas tardes. Saludó a Freen cuando llegó a su altura.
- Hola. Respondió ella, con el corazón en la boca.

Durante unos segundos, ambas estuvieron calladas, apoyadas en la pared, hasta que, de pronto, ella la miró y dijo:

- Disculpa, quería preguntarte si...
- ¿A qué estás jugando?. La cortó Freen.
- ¿De qué hablas?. Poniendo los ojos en blanco, Freen le soltó:

- Vamos a ver, boba, ¿todavía no te ha quedado claro que no quiero tener nada que ver contigo? Basta ya de perseguirme.

Rebecca, quitándose las gafas con chulería, la miró de arriba abajo y, con una sonrisa que a Freen le cortó el aliento, respondió:

- No sé a qué te refieres. Y antes de que continúes, sólo quería preguntarte si sabías si han salido las chicas de la sección cuatro. He quedado con una de ellas aquí.

¡Tierra, trágame!, pensó ella, pero ocultando su bochorno, cruzó los brazos y se mofó.

- Sí... seguro.

La militar sonrió. Si ella era mal genio, aquella Thailandesa no se quedaba atrás. En ese momento, una chica la llamó al tiempo que levantaba la mano:

- Cabo Armstrong... cabo Armstrong, ¡estoy aquí!

Freen miró a la joven rubia y luego a ella.
¡Qué metedura de pata otra vez!, pensó acalorada.
Levantando las cejas, Rebecca sonrió, se puso las gafas y, mientras se alejaba en dirección a la chica, susurró, volviendo la cabeza:

- Te lo he dicho, nena.

Avergonzada por el ridículo tan tremendo que había hecho, Freen las siguió con la mirada mientras ellas se alejaban cogidas del brazo, riendo felices. Lo que ella no sabía era que aquella joven era la novia de un cabo amigo de Rebecca, y que ella había quedado en ir a buscarla para poder ver a la Thailandesa.

Charlotte salió de la fábrica y, al verla con el cejo fruncido, preguntó:

- ¿Y esa cara de mal genio?
Freen  resopló.
- Estoy cansada de estar siempre esperándote. ¡Vámonos!
- Bueno, chica, tampoco es para tanto. Gruñó Charlotte, sin saber qué había pasado.

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