| Harry Potter | El Legado del Inefable

Capítulo 45- El Arte Sutil del Asesinato

—En la desgracia dejaste de ser tú, para convertirte en quien más necesitaban...

Es importante mencionar que todos los derechos de autor de Harry Potter pertenecen a su autora, J.K. Rowling. Este fanfic es simplemente una adaptación de su historia y no pretende ser otra cosa.

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

Italia, conocida por su belleza y su rica historia, es hogar de paisajes climáticos inusuales y, a menudo, misteriosos. Sin embargo, el clima que prevalecía en este día era excepcionalmente distinto de lo habitual. Las sombras se extendían sobre las antiguas ciudades italianas, un manto de pesadez y humedad se cernía sobre ellas.

La mañana se inició con una niebla densa que se entrelazaba entre los callejones empedrados. La humedad del Mediterráneo se elevaba en el aire, creando una atmósfera brumosa y enigmática que envolvía todo a su paso. El sol luchaba por atravesar las nubes bajas, arrojando sombras fantasmales sobre los monumentos centenarios y las antiguas iglesias.

Acompañadas por la niebla, un dúo de sombras se deslizaba silenciosamente a través del denso velo de vapor, moviéndose con una gracia casi sobrenatural, como si estuvieran camufladas por la misma bruma que las rodeaba. Emergieron de la nada, materializándose ante una enorme mansión que se alzaba majestuosamente en la penumbra.

La mansión, envuelta en la neblina misteriosa, se erguía como un espectro del pasado, con sus ventanas iluminadas por la tenue luz de las lámparas que brillaban desde el interior. Las sombras, apenas perceptibles, se deslizaban por el jardín cubierto de rocío, sus pasos apenas dejaban huella en la hierba empapada.

El crujir de las hojas secas bajo sus pies se mezclaba con el susurro del viento, creando una sinfonía inquietante que llenaba el aire. La luna, apenas visible a través de las nubes, arrojaba destellos pálidos sobre las figuras, revelando contornos vagos de dos intrusos en la noche.

Con movimientos sigilosos, las sombras se aproximaron a las imponentes puertas de la mansión, que se abrieron con un chirrido sombrío, como si estuvieran dando la bienvenida a los visitantes nocturnos. Una vez dentro, el silencio de la mansión se apoderó de ellos, solo interrumpido por el eco de sus propios pasos en los pasillos vacíos.

—Qué sorpresa verte aquí tan pronto, Firestick.

Argus Firestick sonrió con calma mientras deslizaba la capucha de su cabeza, revelando su rostro sereno. Sin embargo, su expresión permaneció imperturbable cuando un cuchillo se presionó firmemente contra su garganta, mientras una mano desconocida exploraba su pecho.

—Beatrice, siempre es un placer ser recibido por ti.

Beatrice se alzaba con gracia, su figura esbelta y erguida destacaba entre la multitud. Su larga melena ondeaba como una cascada de ébano sobre sus hombros, cada onda capturando la luz de manera mágica. Sus ojos, de un verde esmeralda penetrante, destellaban con una profundidad que sugería un conocimiento oculto, una sabiduría antigua. La suavidad de su piel, con un tono oliva delicado, enmarcaba un rostro de facciones exquisitas y perfectamente proporcionadas.

Ataviada con ropajes elegantes de tonos oscuros, Beatrice irradiaba una presencia magnética y sofisticada. Cada gesto, cada movimiento, estaba imbuido de una elegancia natural que parecía sacada de los cuentos de antaño. Su aura envolvía a quienes la rodeaban, atrayéndolos con una fuerza irresistible hacia su luminosa presencia.

—¿Quién es este pequeño acompañante tuyo?

Beatrice retiró el filo afilado de la garganta de Argus, su atención desviándose hacia Harry con un destello de intriga en sus ojos. Casi al instante, la figura de la mujer se desvaneció en una neblina etérea que se disipó ante los asombrados espectadores, dejando solo el eco fugaz de su presencia en el aire enrarecido.