Epílogo.

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"Querido Tyler:

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"Querido Tyler:

Quizá no me conoces, bueno sí, deberías, o no. No sé, pero soy el sub-capitán del equipo de baloncesto, a ese mismo que te has unido hace poco.

Tal vez sea muy atrevido de mi parte tomarme tantas confianzas para escribirte como si fuéramos amigos de toda la vida, pero Hassel, tu mejor amigo, me dijo que fuera directo contigo o me odiarías de por vida.

Te voy a ser sincero: no sé si me gustas o, simplemente, me atraes, pero se me sigue haciendo raro porque jamás me he fijado en un chico como lo he hecho contigo.

Esta carta puede parecerte aleatoria y rara. Tal vez lo es, pero había pensado que esta era la forma más fácil de acercarme a ti.

Hassel me ha contado cosas sobre ti para que tengamos la posibilidad de charlar.

Para ser franco, somos bastante diferentes, y no parece que congeniemos mucho, pero siempre escucho que la gente debe complementarse de alguna forma.

Me ha contado que te gusta la música, por eso, he pensado en invitarte a una 'cita'. Puedes rechazarme, no importa. De todas formas, no nos conocemos. Probablemente, ni siquiera te hayas dado cuenta de mi existencia.

Me están entrando muchas dudas y me estoy arrepintiendo, pero si aceptas, te espero a las seis delante de...

Tomaré...

Me dijeron... francamente, si fueras una canción...

- Elián Muñoz."

Releí la carta, intentado descifrar qué había escrito mi yo de dieciséis años, pero por el poco cuidado y el paso del tiempo, la tinta del bolígrafo se había emborronado.

Si sabía lo que ponía era porque me acordaba de cómo me sentí al escribir la carta.

Miré a Tyler, quien estaba durmiendo tranquilamente a mi lado, con su cabello lila revuelto y una expresión de calma.

Acaricié suavemente su mejilla con las yemas de mis dedos. Jugueteé con los mechones sueltos de su pelo, esperando que se despertara, pero no lo hizo.

Dormía profundamente, sin preocupaciones. Muy lindo a mi parecer, pero hoy era un día ocupado y teníamos muchas cosas pendientes.

Apreté sus mejillas con la mano. Él abrió lentamente los ojos, dedicándome una mirada de desprecio.

—Hay que despertarse —sonreí.

Tyler hizo una mueca y se sentó sobre la cama, frotándose la cara.

—Odio ser un adulto responsable con trabajo y un apartamento que pagar —se quejó.

—Todos lo odiamos, pero es la vida que nos ha tocado —suspiré entre risas.

Francamente, me gustas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora