Catorce.

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—No, Tyler

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—No, Tyler. —Me tomó de la muñeca.

—Suéltame antes de que te golpee otra vez. No me contendré.

Me obedeció, agachando la cabeza.

Me giré, dejándolo atrás cuando salí de la discoteca y comencé a caminar en cualquier dirección que me alejara de ese imbécil mientras lloraba.

No sé por cuánto lo hice ni dónde estaba, pero me volteé para mirar a quien me estaba siguiendo.

—Vete, ¿quieres? Ya no somos amigos. —Las palabras ardieron al salir de mi garganta.

—No voy a dejar que te vayas solo a estas horas.

—Tu compañía no va a cambiar nada. —Me abracé a mí mismo cuando un brisa helada nos chocó.

—Tyler, no quería decir eso.

—Pero lo has dicho.

—Lo siento, sé que te ha dolido y no ha estado bien, pero por favor, vuelve antes de que se preocupen por nosotros.

—Pues que se preocupen, me da igual.

Continué caminando y él continuó siguiéndome. Pasó su chaqueta por mis hombros y yo la tiré al suelo.

—Tyler, en serio, lo siento, ¿vale? ¿Podemos hablar?

—Vete a hablar con tu noviecita, a ver si ella te cuenta las cosas o qué sé yo.

Recogió la prenda y me cubrió con ella de nuevo, pero esta vez subió la cremallera para que no me deshiciera de ella.

—Emma no tiene nada que ver con esto, no la metas, Tyler —suspiró.

—Me da igual, solo vete a la mierda, ¿quieres?

Me detuvo y me sujetó por la cintura.

—Tenemos que hablar.

—¿Hablar de qué? ¿De que usas las debilidades de los demás para hacer daño? Claro, podemos hablar de cómo eso te hace un completo imbécil.

—Vale, sí, lo soy. He dicho y he hecho algo que me hace una persona de mierda, lo siento.

—Por más sinceras que sean tus disculpas, me ha dolido.

—Lo sé, por eso quiero disculparme bien, así que hablemos.

—Has utilizado algo que sabes que me duele para hacerme daño —sollocé, rompiéndome delante de él—. Te he confiado muchas cosas y ahora ya no sé si ha sido buena decisión porque quizá lo uses en mi contra en cada discusión que tengamos.

—¡No! —Me miró horrorizado—. No, yo no haría eso, Tyler. Siento si ha parecido eso, pero no intentaba hacerte daño, definitivamente no. No tenía esa intención, jamás. Así que no llores, Ty, por favor.

Francamente, me gustas © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora