A la mañana siguiente, Félix había despertado más temprano de lo usual para visitar la aldea, y al no ver indicios de sus padres al salir de su habitación, anduvo con cuidado por el enorme pasillo para salir rápidamente del templo.
Con el enorme libro negro sujetándolo con fuerza contra su pecho, terminó cruzando el puente de piedra que separaba la iglesia del resto del pueblo y en ese momento, el exquisito aroma a pan recién salido del horno impregnó el ambiente.
Ante la delicia, cerró los ojos para poder inhalar lentamente mientras las comisuras de sus labios se elevaba en una sonrisa.
Volviendo a su realidad, comenzó su andar nuevamente y se detuvo para poder observar con más tranquilidad cada uno de los pequeños puestos. La fascinación crecía dentro de él con cada nuevo paso que daba.
Los habitantes parecían contentos pese al último suceso que había ocurrido, pero estaba seguro de que habían recuperado la calma gracias a un par de palabras llenas de falsedades por parte del alcalde y de su propio padre.
Pensando en ello, Félix se preguntó momentáneamente qué había sido de ese chico castaño que fue enviado a la región sur de Bukchon bajo las órdenes del príncipe Hwang.
—¿Quieres llevarte uno de mis amuletos? —preguntó la voz de una mujer, haciendo que el pecoso volviera al presente.
Curioso, observó cada uno de los pequeños objetos mencionados y apoyando su índice sobre su barbilla, continuó paseando sus ojos para elegir alguno.
Uno en especial llamó su atención y estiró su mano para tomarlo. Con una sonrisa que compartió con la mujer, los ojos de la misma brillaron con profunda honestidad.
—Un precioso collar bañado en oro y acreedor del símbolo más importante para cualquier ser en el mundo —explicó, captando la atención de Félix—. La rosa, representando el amor apasionado y eterno.
Las perlas oscuras de Félix contemplaron la pequeña rosa en el interior del frasquillo en forma de gota. Se encontraba embelesado por el mismo y luego volvió a mirar a la mujer.
—Me lo llevaré —anunció y con cierta torpeza intentó rebuscar un par de monedas doradas en los bolsillos de su pantalón.
—Déjalo así, dulce joven —respondió, tomándolo por sorpresa.
—¿Qué dice? —inquirió él, sacudiendo la cabeza esfusivamente—. Nada de eso. Debo pagarlo.
—Tómalo como un regalo de mi parte —y con una sonrisa llena de calidez, la mujer agregó—: Es de bienvenida.
Sintiéndose apenado, Félix hizo una reverencia y agradeció por tan inesperado obsequio. Se alejó del pequeño puesto mientras alzaba a la altura de su rostro el pequeño collar y una radiante sonrisa volvió a hacerse presente al admirar el intenso color rojo de los pétalos, ya que de alguna forma le habían recordado a los brillantes e hipnóticos ojos carmesí con los que Hwang Hyunjin lo había mirado aquella noche en el bosque.
Guardó su obsequio en el bolsillo de su pantalón y al levantar la mirada, se encontró de frente con el letrero de la librería. Soltando un pesado suspiro, se adentró al lugar con el objetivo de devolver el libro.
No mentiría al decir que su corazón había comenzado a latir con fuerza cuando cruzó la puerta, así que mirando todo a su alrededor, se dirigió con prisa a la sección de donde había tomado el libro.
Encontrándose indeciso si devolverlo o no, terminó colocándolo en la estantería luego de varios segundos observando su portada, ya que estaba seguro de haber descubierto lo suficiente entre las viejas páginas de ese ejemplar. Al menos, darse una especie de introducción, porque ciertas cosas que habían sido escritas, estaba seguro de que no se compararían al descubrirlas por sí mismo mientras compartiera tiempo con Hwang Hyunjin.
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BISSED • Hyunlix [ Libro #1 ]
FanficLee Félix, un joven que vive bajo sus propias creencias e ideales, piensa que todo lo que se dice acerca de criaturas nocturnas solo son absurdos cuentos de terror para sembrar miedo en las personas y tenerlas controladas. Sin embargo, su perspectiv...
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