Capítulo 5

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-Vale. ¿Ahora qué sucedió en tu sesión de estudios de hoy?- preguntó Tzuyu divertida.

Esa tarde, después de que Jihyo llegara de la biblioteca, había estado murmurando para sí misma y cada tanto decía en voz baja: «eres una idiota, Jeon».

Jihyo negó con la cabeza, sonriendo forzadamente. Tzuyu alzó una ceja, dándole a entender que no le creía nada.

-Ya, bueno -soltó el aire rendida; la chica de ojos miel era muy insistente- Algo que sucedió hoy. Una tontería mía, nada más.

Tzuyu sabía, por el tono que utilizó Jihyo, que debía de ser algo vergonzoso. Por esa razón no la obligaría a contárselo si ella no quería; Tzuyu respetaba su privacidad. ¡Basta! Eres la mejor amiga más perfecta del mundo, Zhou Tzuyu, se elogió a ella misma, sonriendo con triunfo. Suerte que nadie sabía lo que cruzaba por su mente.

Pero Tzuyu estaba un poco preocupada por su amiga. ¿Qué había sucedió tan vergonzoso de lo que Jihyo se arrepintiera tanto?

Se le quedó viendo. Jihyo estaba un segundo concentrada en su cuaderno y al siguiente pegaba la frente contra la mesa murmurando: «idiota, idiota». Tzuyu no comprendía su extraña actitud, pero esperaba que durara unos días más así; era sumamente divertido verla alterada.

Al día siguiente, Tzuyu se levantó temprano, fue de puntillas hasta la puerta de su mamá. Iba a tocar, pero entonces escuchó unos leves sollozos.

Las lágrimas ahogadas de su mamá le rompían el corazón. Con el pasar de los meses había comenzado a ver a su papá como el culpable de todo esto. Su mamá y ella eran infelices por ese desgraciado. Si quedaba alguna pizca de amor de Tzuyu hacia su padre, debía de estar en lo más profundo de su ser.

Después de estar arreglada y desayunada, fue a la casa de Jihyo. Tardaron un poco más en llegar al intituto porque Jihyo no encontraba un lazo que combinara con su blusa.

-¿Ya hoy no te sientes tan idiota?- preguntó burlonamente mientras veían a su amiga en el pasillo.

Jihyo pisó su pie antes de irse con Nayeon y sonreírle con cariño. Tzuyu río internamente adolorida. Estaban las tres, al igual que siempre, caminando cuando una Sana muy feliz captó la atención de la castaña. Ella y sus dos compañeritas de juego estaban caminando hacia el lado contrario que Tzuyu. Cuando pasaron junto a ella, la chica de ojos miel decidió fastidiarla dándole un empujón que envió a la pelirosa contra los casilleros.

-Aww, perdón -se disculpó falsamente la castaña mientras observaba fijamente a Sana, que estaba recuperándose del susto.

Kim enana Jisu estuvo a punto de lanzarse hacia ella; la rubia la detuvo rodeándola con sus brazos para que así no alcanzara a la taiwanesa. La castaña extendía las manos como si fuera un gato a punto de aruñarla; a Tzuyu se la hacía divertido.

-¡Déjame, Somi! La voy a matar- le decía furiosa, y al escuchar sus palabras, Tzuyu no pudo evitar reír enojando más a la castaña.

-Claro, niñita, quiero ver eso- se burló cuando Nayeon, tras suyo, río junto a ella.

Al igual que siempre, Jihyo las observaba mientras reía disimuladamente; a la rubia no parecía gustarle ni un poco.

Parecía querer darle un golpe a Jihyo. La castaña, que seguía riéndose, estaba ya preparándose para colocarse en el medio de ellas dos.

-Te debería dar un... -comenzó la rubia, soltando a Kim y avanzando dispuesta a atacar a la chica de ojos cafés.

Tzuyu estaba a punto de hacer algo, pero todos observaron cómo Sana se le colgó del brazo a la rubia.

De inmediato, la sonrisa burlona desapareció de sus labios y tensó su mandíbula. Jihyo, al igual que ella, ya no veía la situación divertida.

-Somi... déjalas... no, no valen la pena- los ojos cafés miraban con preocupación a la rubia, logrando un acidez en el estómago de la castaña.

Sus ojos se encontraron; debió de ser tan afilada la mirada que había en el rostro de Tzuyu que Sana se separó de Somi rápidamente. La castaña ahora observaba con fastidio a la rubia pero pronto su atención fue a la chica de ojos cafés. Le gustaba mucho cuando Sana se sonrojaba de esa forma, más si era por ella.

Le dio una sonrisa de muerte que no hizo más que aumentar el color rojo en las mejillas de la pelirosa.

-No... no vuelvas a empujarme- dijo Sana, un poco nerviosa y con la mirada en el suelo.

La rubia, para calmarle, sujetó su mano y las dos se dieron un leve apretón antes de sonreír.

Tzuyu ahora mismo podía muy bien estar asesinando a la tal Soki con sus ojos. ¿Se llamaba así? Pero un enojo, del que no sabía de donde había salido, surgió en ella. Río falsamente atravesándolas con la mirada.

-¡Claro! ¿Y yo te voy a hacer caso? -si la rubia no soltaba a Sana, la castaña muy bien podía darle un golpe en la nariz.

Contrólate, Zhou, no tienes ningún derecho para estar molesta. Si le vas a dar un golpe a la rarita esta, es porque quieres, no por Sana. A veces su conciencia era mejor que un psicólogo; siempre le daba respuestas lógicas cuando ella estaba confundida.

-¡Sí! -Sana se atrevió a responderle, pero al ver los ojos miel, su seguridad comenzó a flaquear—. Por favor... —dijo, un poco más bajo y con voz suave..

Tzuyu volvió a sentir mariposas en el estómago al escucharla hablar así.

¡Di algo, idiota. No te quedes callada! Tzuyu debía hablar. Cuando ya estaba por hacerlo, su mejor amiga la interrumpió.

No parecía ni un poquito feliz.

-Esto es una ridiculez. Solo no te atravieses más en nuestro camino y ya- dijo exasperada y mirando a la rubia con aparente disgusto antes de darse la vuelta e irse.

Nayeon, un poco confundida también por la actitud de Jihyo, la siguió haciéndole señas a Tzuyu para que la imitara. La castaña aún estaba procesando lo que acababa de ocurrir; sentía como si fuera una retirada y el grupo de las raritas hubiera ganado. Miró feo a las tres chicas, deteniéndose más tiempo en Sana, antes de seguir a sus amigas por el pasillo.

-Okay, Jihyo, ¿qué fue eso? -fueron las primeras palabras que salieron de la castaña cuando entraron al salón.

Jihyo, tranquilamente, ocupó su asiento, sacando los libros mientras Nayeon se ubicaba tras ella y Tzuyu a su derecha.

-¿De qué hablas, exactamente? -se hizo la que no sabía nada. Tzuyu resopló irritada. Jihyo sabía exactamente a lo que se refería.

-De como perdiste los estribos frente a la rarita y terminamos huyendo- su voz se escuchaba como un reproche.

-En primera: no estamos en una batalla como para huir o ganar, Tzuyu- dijo, anotando la fecha en la primera página de su cuaderno, -Segundo: no perdí los estribos, solo quería cerrarle la boca de una buena vez al fenómeno.

Tzuyu volvió a abrir los labios para luego cerrarlos.

-¿Soni? -preguntó, un poco insegura.

Por como hablaba Jihyo, creía que se refería a la rubia. Jihyo negó con la cabeza mientras reía un poco.

-Casi, Tzuyu. Vas mejorando- admitió,
mientras seguía escribiendo. -Es Somi.

-Bueno, no me importa. El caso es que me dejaron como tonta y ni siquiera pude contestarles -se cruzó de brazos, hundiéndose en su asiento.

Jihyo se encogió de hombros sin importarle mucho lo que creyera. Claro, no fue ella la que quedó en ridículo frente a Sana. Tzuyu quería pensar que no le importaba la opinión de Minatozaki, pero en estos momentos no estaba muy segura de eso.

Rivales | SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora