Capítulo 36

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Durante el resto del día, Tzuyu y las chicas no dejaron de burlarse de la actitud enamoradiza de su mejor amiga. Jihyo simplemente las ignoraba y evitaba estar a solas con Somi, pero todos notaban sus mejillas sonrojadas y la sonrisa tonta en sus labios. La castaña sentía alegría por su amiga, la situación del momento logró hacerle olvidar sus verdaderos problemas, pero no podría huir para siempre de ellos.

Después del entrenamiento de animadoras aquella tarde, terminó saliendo de los vestuarios cuando el cielo adquiría un tono rojizo y por suerte Jihyo tuvo piedad de ella y la dejó frente a su casa. No esperaba la desagradable sorpresa que encontró en la sala, al dejar las llaves y llamar a su madre, pensando disculparse por su comportamiento anterior.

-¿Qué te he dicho sobre volver?- dijo con voz venenosa, soltando su cartera sobre el suelo con un ruido seco.

Jiyun, al igual que ayer, llevaba un traje formal, su cabello ahora perfectamente peinado hacia atrás y una sonrisa de comercial.

-Tzuyu, al fin llegas- habló lentamente, como si quisiera evitar algún ataque verbal por parte de su hija.

Raheen sonreía tensamente desde el sofá, saludando a la chica con un gesto de manos.

-Hija, tu padre ha...

-¿En serio, lo volviste a dejar entrar? -alzó las cejas, mirándola como si acabara de patear a un perrito.

-Tzu, él quiere...

-No puedo entenderte, mamá. ¿Ya lo perdonaste, es eso?- insistió, acercándose lentamente a la mujer sentada en el sofá, ignorando por completo a su padre.

-Tzuyu, él quiere hablar contigo. ¿No podrías darle una oportunidad?- pidió, sujetando las manos de su hija y con los ojos llorosos.

Tzuyu apretó los labios, no pudiendo soportar ver a su madre mirarla de aquella forma.

-Pero, mamá... no puedo, él nos lastimó- susurró, para que solamente la mujer pudiera escucharla, acuclillándose frente a ella.

-Por favor, hija. Hazlo por mí- sonrío, aún con lágrimas en los ojos, dando un apretón en las manos de la chica.

Tzuyu la miró fijamente, preguntándose si sería la elección correcta. Recordó que ella quería respuestas, necesitaba saber por qué Jiyun se había marchado como si nada y ahora volvía. Tal vez sí debería...

-De acuerdo- afirmó, dándole una mirada de reojo a su padre que sonrío educadamente. -Volveré más tarde, lo prometo. Te amo- sonrío, mientras sentía cómo Raheen besaba sus manos y le agradecía.

-¿Tienes hambre? Planeaba llevarte a cenar, hija- Jiyun ofreció, mientras salían de la casa y caminaban hacia el automóvil de último modelo, estacionado en la acera.

-Quiero que estés claro en una cosa, Jiyun- advirtió, mientras ella misma abría la puerta, rechazando el gesto de su padre y cerrando bruscamente.

Jiyun dio la vuelta y entró en el asiento del piloto, abrochándose el cinturón. Dio una mirada reprochadora a su hija, sus ojos miel tan fríos como los de Tzuyu en estos momentos.

-Soy tu padre, Tzuyu. Me debes respeto- enfatizó la última palabra.

La castaña resopló, cruzándose de brazos y recostándose en el asiento.

-Cuando comiences a actuar al igual que uno, veremos- declaró y después comenzó a hablar mirando al frente. -Quería aclarar, solamente estoy aquí contigo por mamá, tenlo en cuenta.

-¿No quieres hablar? ¿Solucionar nuestra situación?- comenzó a conducir, igualmente mirando al frente. Ninguno de los dos planeaba dejar sus sentimientos expuestos.

Rivales | SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora