Capítulo 23

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Septiembre

Tzuyu se levantó un poco más tarde de lo normal, ayer había durado hasta la madrugada, en parte pensado y por otra hablando con Jihyo por teléfono. Sus vacaciones fueron increíblemente largas y torturantes, todo porque extrañaba profundamente a Sana. Intentaba no analizar mucho en lo que sentía hacia la pelirosa, no quería pensar en ella. Por ello, durante todos estos días, no había ido ni una vez a verla a su casa, y eso que eran vecinas, no importa cuánto quisiera. Tampoco iba al parque.

Salió con Jihyo numerosas veces y sus amigos, se divertía, pero los ojos cafés no salían de su cabeza. Detestaba a Minatozaki Sana, no la dejaba tranquila incluso cuando no la tenía al frente. Suspiró. La tentación le había ganado... unas pequeñas, no muchas, veces en estos dos meses. Mirar hacia la ventana de Sana era un nuevo pasatiempo.

También había revelado las fotos del royo fotográfico, fue después de verlas en el cuarto oscuro que soltó un gemido de frustración consigo misma al ver que una mitad eran fotos del paisaje o el cielo y la otra mitad de Sana. La propia Tzuyu se preguntaba y se asustaba, ya que no entendía por qué tenía tantas fotos de ella, luego recordó que le tomaba fotos cuando la japonesa se sentaba a leer al porche durante la semana y se le pasaba, tenía más sentido.

De todas formas, no desechó las fotos... después de todo, el material era costoso y eran lindas. Sana salía muy bien y Tzuyu estaba orgullosa de su técnica de fotografía. Por eso las conservó en su carpeta.

Y Jihyo la tenía harta, pero en el buen sentido. Tipo: Tzuyu sufriendo porque no quería aceptar el rollito con Sana y Jihyo, ahora sin confusiones, comiendo helado alegre y durmiendo soñando con la rubia.

Su amiga estaba tan tranquila que la estresaba, ahora la única con la cabeza rota era ella. Jihyo estaba muerta de amor por Somi, lo único era que se encontraba casi todo el tiempo desanimada, ya que no veía a la rubia y no tenía excusa para salir con ella. No eran amigas.

Su mamá era otra. Había decidido actuar, quería una vida más activa y alegre para ella y su hija. Fue hasta una psicóloga y grupos de apoyo, con el paso de los días ya se le veía más alegre y con más color el rostro. ¡Y al parecer había conocido a un hombre en el grupo! Llevaban unas pocas semanas saliendo... ¡Pero hasta su mamá era feliz!

Tzuyu estaba muy feliz por ella, en verdad, pero verla tan alegre con otra persona también la empalagaba. ¡Traidoras! Las dos ¡Su mejor amiga y su mamá! Ya estaba sola, en su propia nube. Todo por culpa del calentamiento global, sí, eso debía ser.

Pero tú también podrías ser feliz. Últimamente, su subconsciente era más inteligente que ella e intentaba darle consejos sobre Sana. ¡Otra traidora más! Cállate. Los odio a todos. Tzuyu era una gran cara de orto.

Pero se levantó con ánimos, hoy vería a la pelirosa, aunque fingiría que no lo haría. ¡No! Ella no tendría por qué buscarla..., pero es que en verdad necesitaba hablarle, molestarla o algo. Se cambió en un tiempo récord con su falda y una blusa, dejando el cabello liso suelto y maquillándose.

Encontró a su mamá cantando un pequeño estribillo de una canción en la cocina. Tzuyu rodó los ojos.

Jesus, tanta felicidad la embriagaba.

-Buenos días, cariño. Vas tarde -le sonrió cálidamente, dándole su desayuno y un beso en la frente.

Tzuyu, a pesar de todo, sonrío, por fin sentía que tenía una madre otra vez y todo estaba bien. Bueno, no todo, pero al menos era un problema menos.

-¡Ya sé, a Jihyo se le olvidó despertarme!- le gritó mientras salía corriendo a la puerta.

Ya la castaña sabía el porqué del descuido de su amiga. Seguro también durmió tarde y esta mañana salió disparada para ver desde temprano a la rarita. Ya le formaría su rollo. Idiota, pensó Tzuyu sobre la actitud enamoradiza de su amiga. Ni hablar de las pijamadas, nombrar a Somi era el peor error de todos, ya que la pelinegra, se quedaba pegada hablando de ella toda la noche si podía.

Rivales | SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora