Capítulo 20

46 12 0
                                    

¿Por qué tengo tan mala suerte? ¿Tan mala cristiana he sido? Tzuyu se lamentaba mientras montaban las tiendas. Todo sería perfecto, si tan solo no le hubiera tocado a Jihyo y a ella hacerlo con el grupo de raritas. ¡Justo tenían que ser ellas dos!

Sana no la miraba, estaba ayudando un poco cerca de Tzuyu, pero fingiendo que no existía mientras Jihyo doblaba mantas utilizando el mismo truco, pero con Jeon. ¿Por qué esto debía sucederle a ella?

-¡Somi, ese clavo no va allí! -Sana siempre estaba al pendiente de la rubia, eso molestaba a Tzuyu.

Pero no eran celos, para nada, nunca en la vida.

-Eso estaba haciendo -Jeon parecía en otro mundo. ¿Tendría cerebro? Tzuyu no podía evitar sentir amargura al verla.

Primero confundía a Jihyo y ahora le robaba la atención de Sana. Gracias, Jeon. Las tres chicas se rieron por algo que dijo la alta y la castaña quería hacerlas callar.

-No vayan tan lento, idiotas, que por su culpa nosotras también pagamos -les dijo, aunque miraba fijamente los ojos cafés.

-Lo que tú digas, plástica- ¿La rubia acababa de rodarle los ojos? Realmente, Jeon se buscaba los problemas.

-Dejemos de pelear, quiero terminar con esto, fenómeno -le dijo Jihyo y la rarita no volvió a hablar.

Tzuyu sonrió.

Tzuyu estaba ayudando en la tienda y Sana también, las dos se miraban sin simpatía hasta que la castaña decidió hablar.

-¿Qué haces aquí? Vete a ayudar a la rarita, yo puedo sola -no pudo evitar sonar cortante.

Sana apretó los labios, desvío los ojos y siguió con su tarea sin hacerle caso a Tzuyu.

-¿Minatozaki, me escuchas? Lárgate- haló la tela para intentar quitársela a la pelirosa.

-Yah, ¿Qué te pasa? -Sana también haló de su lado, retando a la castaña con los ojos.

-¿A mí? Nada. Pero no necesito tu inútil ayuda, Minatozaki Sana- le dijo, ya que sabía que la pelirosa odiaba que le dijeran así.

-Madura de una vez, Zhou- estaban las dos forcejando con la tela de la carpa.

-Ya quisieras.

-¡Au! -la rubia fue tan imbécil que logró pegarse con el martillo.

Sana veía preocupada a su amiga y Tzuyu rodó los ojos.

-¿Unnie, estas bien? -ahora todos miraban a Jeon. La castaña ya esperaba que Sana fuera a ayudar.

Lo que sorprendió a todas, incluso a la rubia, era ver que Jihyo fue la primera en acercarse y curar la herida de la rarita.

-Tú siempre haciendo idioteces. ¿Es necesario, fenómeno? -le reprochó, parecía concentrada en su labor de vendar la herida. -Listo, así estará mejor.

-Aún duele -Jeon era una quejona. ¿Qué le veía Jihyo?

-Si sigues moviéndolo te dolerá más- le dijo Jihyo, sosteniendo su mano.

La rubia le miró fijamente y ella se sonrojó.

Tzuyu se preocupó al ver como las amigas de la rarita miraban a Jihyo. Ella también veía a su mejor amiga sin creerse que acaba de hacer eso, ¡frente a todas! Si quieres, tatúate en la frente: Creo que siento cosas por ti, Somi. Por esa razón me preocupo por tu dedo. Señor, perdónala, no sabe lo que hace. Tzuyu le diría sus cuatro cosas a Jihyo cuando estuvieran solas.

-¿Van a hacer algo o qué? -Jihyo dijo, a la defensiva mientras volvía a su tarea, todas le hicieron caso.

Jihyo y Tzuyu se miraron, la pelinegra ya sabía que tendría una reprimenda.

Rivales | SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora