Capítulo 29

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Tzuyu no sabría cómo sentirse al respecto, sobre los sucesos del día anterior. Aún recordaba las dulces palabras de Sana y su rostro a escasos centímetros del suyo. Durmió, sonriendo como tonta, también sintiendo un pequeño dolor en su pecho al recordar la razón por la que tuvo que irse. Ella sentía miedo del amor, no importa cuánto se recordará que nada saldría mal, no tenía auto-confianza. Aún así, lo peor vendría después. Por ahora, la castaña tendría oportunidad de dormir tranquila y soñar con los ojos café.

Sin tantas preocupaciones, solo asegurarse de mantener a Sana feliz sin revelarle a nadie, ni a la propia pelirosa, lo que sentía por ella. Una solución poco ortodoxa pero esto era lo que tenía. Al día siguiente despertó tarde, tuvo que pegar un brinco para salir de la cama e ir a la ducha.

Después de arreglarse rápidamente y maquillar su rostro, fue bajando las escaleras con velocidad. Hoy llegaría tarde, tendría que aprender a volar si deseaba entrar para la primera hora.

-¿MAMÁ, POR QUÉ NO ME HAS DESPERTADO? -gritó, encontrando a su hermosa madre tomando café en la cocina.

La mujer levantó sus ojos de la taza, mirando a su hija con sorpresa, como si no esperaba verle allí. Tzuyu agradecía al famoso novio, ahora su madre parecía más saludable y sus ojos cafés habían adquirido el mismo brillo de antes. El brillo del amor. Irremediablemente la voz de Sana llegó a su mente: «Brillas. Tus ojos son estrellas, Tzu». El recuerdo de sus palabras se coló en los más profundo de su ser y la hizo sentirse completamente avergonzada. ¿Tan obvia fui?

-¿Tzuyu, qué haces despierta? -la mujer llevaba una bata de seda y su cabello desordenado, aún así era guapa.

Claro, son los genes. Por eso yo soy una persona tan atractiva, solo que versión Deluxe. El enamoramiento por la pelirosa, y nada en general, lograría quitarle el gran ego que poseía la castaña.

-¿Qué crees? Quiero ir al instituto- refunfuñó, sintiendo irritación al ver a su madre tan tranquila. -¿Qué carajo pasó con la idiota de mi mejor amiga? -se quejó. Más le valía a Park tener una gran excusa.

-Tzuyu -la retó.

-¡Pero es una idiota, mamá! No vino a despertarme-se colgó la cartera en el brazo, buscando las llaves de la casa en su interior. -¿Sabes qué? Olvídalo, no las necesito -su humor no era de los mejores.

La mujer soltó una pequeña risa, acercándose para detener los movimientos de su hija. Señaló el calendario magnético pegado en la puerta del refrigerador.

-Hija, creo que estas confundida- revolvió su liso cabello, con cariño. -Hoy es sábado. S·Á·B·A·D·O- Deletreó.

¿La vida la odia? ¿Ella acaba de despertarse asustada, arreglándose a la velocidad de la luz y muriéndose de sueño, para enterarse que es sábado? Al parecer, así era.

-Perfecto. Creo que iré a dormirme unos cuantos años- dio un gran suspiro, arrojando la cartera sobre la isla central y sintiendo enojo. -No me hablen, estaré todo el día en mi habitación- ya estaba saliendo de la cocina.

-Tzuyu, cariño -el tono de voz serio que utilizó su madre la hizo voltear. Veía un rostro indescifrable en ella. La mujer clavó sus ojos en las manos sobre la mesa-. Hay algo importante que debes saber.

Como venga y diga que se va a casar, me lanzo a las vías del tren. No voy a poder soportar verlos besarse las 24/7 durante toda la vida. Ew. Tzuyu ya planificaba la huida misteriosa de su casa; podría vivir con Jihyo y acostumbrarse a usar el acento de la familia Park. Ji-eun echaría a Jong-suk de su habitación y lo dejaría durmiendo en el sofá, mientras que la pequeña Chaeyoung usaría el lugar de él y Tzuyu con Jihyo. Todos felices. ¿Pero y por qué Jong-suk se iría al sofá? Todos felices, dije.

Rivales | SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora