10. El reencuentro de un hijo y su padre.

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Después de tanta espera, Zee por fin tendría la oportunidad de hablar con su padre. Se dirigió al estudio y esperó con ansias a Norban Panich.

Veinte minutos después, el hijo de Panich escuchó como un coche se detenía en la puerta de la casa y por la ventana vio a su padre descender, seguido por un séquito de hombres.


Zee había planeado cada palabra que le diría a su padre, incluso antes de llegar al país, pero ahora su mente se encontraba fragmentada; una parte quería enfrentar al empresario Norban Panich por el cierre de la empresa para la cual trabajaba, mientras que la otra quería medir fuerzas con el esposo de NuNew.


- ¡La propuesta es excelente, señor! – dijo uno de los hombres que seguían a Norban Panich.

- Debemos presionarlos. Igualmente obtendrán ganancias. – agregó otro de los empleados.

- ¡Hola, padre! – dijo Zee, cuando vio a Norban atravesar la puerta del estudio.

Todos hicieron silencio y lo miraron.

- ¿Zee Pruk Panich? - exclamó uno de ellos. - ¿Eres Zee Pruk? ¡Mírate... como has crecido! Lo felicito, señor. Tiene un hijo formidable.

- Dennos un momento, caballeros – dijo Norban Panich.

El ambiente cambió radicalmente, los cinco hombres se retiraron y Norban Panich se adentró en el interior del estudio, tomando asiento detrás de su escritorio.

- ¿Cuándo llegaste? – preguntó Norban Panich.

Zee miró a su padre, quería elegir las palabras que fueran más correctas.

- ¿Acaso importa? – le respondió Zee tomando asiento frente a él.

- Es cierto, no importa. Bienvenido.

- No estoy aquí por gusto propio. – aclaró Zee.

- Lo sé – dijo el hombre de cabellos entrecanos, encendiendo uno de los habanos que se encontraban sobre su escritorio.

- ¿Cuándo pensaba informarme del cierre del área de filantropía? – se precipitó Zee olvidando todo su discurso.

- Debiste saberlo, un empresario exitoso debe prever el futuro. Esa área debía desaparecer. – dijo el padre con frialdad, expulsando el humo del habano.

- ¿Y los empleados? – insistió Zee.

- Daño colateral.

- ¿Porque lo hiciste? – inquirió Zee.

- Espero que no seas tan estúpido cómo para desconocer la respuesta a esa pregunta.


Zee hizo silencio y durante esos estáticos segundos, notó que lo que realmente lo había traído hasta ese lugar, era la búsqueda de algo de humanidad en los ojos de su padre. A pesar del humo que los separaba, Zee solo pudo ver frialdad.

- No voy a asumir la dirección del Área financiera. – expresó demostrando que conocía de antemano las intenciones de Norban Panich.

- Ya estás más que listo.

Zee reconoció ese tono y se sintió como un trozo de carne, ofrecido a los buitres.

- El poderoso Norban Panich puede encargarse de ocupar ese lugar con alguno de los cientos de empleados que posee.

RENDIDO (Un esposo virgen) // ZeeNuNewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora