CAPITULO 9

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TABATHA

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Tengo que mantener la calma, sus manos me dan la vuelta cuando nuestras ropas están en el suelo haciendo un bulto desordenado. Sigue con el bóxer encima y puedo ver como se le remarca el bulto que la vez pasada vi en todo sentido. Desde la punta hasta el saco que me tienta a querer tocarlo encima de la tela...

Mis ojos se mantienen en ese bulto, mi mano se extiende hasta que en mis dígitos siento su dureza. No me detiene, solo sonríe, mientras sus dedos se mueven por mi cuello, mis hombros y toca mis pechos que se comienzan a sentir pesados.

Bajo mi mano, para tomarlo de los testículos que se sienten pesados en mi mano que ha formado una cuna para ellos. Toma mi muñeca con fuerza y niega con la cabeza.

—No quieres tocar demasiado duro si no quieres que te tome de la misma manera.

—¿Tienes miedo de hacerme daño?

—Tengo ganas de hacértelo, pero a mí manera, sin embargo, no creo que para la primera vez sea lo adecuado.

—No me importa, quiero demostrarme a mí misma que no tengo la necesidad de llamar al servicio de Marjorie Butler para que se haga cargo de mi esposo.

Aparta mi mano, deja mis pechos y toma mi cuello entre ambas manos para tratar de hacer una base debajo de mi mentón con sus dedos.

—En la vida vuelvas a pensar que te hará falta algo para complacerme o que no lo harás, porque ya lo haces, así que aleja ese pensamiento de una buena vez.

—¿O qué?

—¿O qué? ¿De verdad me lo preguntas, Tabatha?

—¿Qué hay de malo agregarle más retos a nuestra relación? No nos hemos casado por amor, sin embargo, creo yo que estamos haciendo que funcione para que no se vaya a la basura.

—No lo creas, es lo que estamos haciendo, estamos haciendo que funcione porque de este juego ya no hay salida. —Desliza sus pulgares contra mis labios—. No se me reta, no a mí, señorita.

—¿Por qué? ¿Crees que la niñita va a salir corriendo por el miedo?

Me burlo ante sus ojos, su sonrisa cruel me da un pinchazo lleno de alerta. En mi cabeza, mi voz interna me pide que salga corriendo y que grite para que alguien me saque de esto que se va a convertir en mi nuevo fin.

—Lo dudo, porque no tendrás ni una sola oportunidad de correr.

—¿Estás seguro?

—Demasiado.

Antes de que haga cualquier otra maniobra, me toma de las caderas, me empuja contra su brazo y como si se tratara de una muñeca me levanta para poder empujarme contra la cama. Me toma del tobillo, me gira con una agresividad bruta que hace que mi cara termine golpeando la suavidad de la cama.

—Ponte en cuatro.

—No.

—¿No? ¿Por qué no?

—Porque no quiero que ganes.

—Ya lo hice, dulzura.

Encaja sus manos en mi cadera, se sitúa detrás de mí y me obliga a levantarme para que encaje las rodillas en la cama, con su salvajismo hunde su mano en mi nuca para que me mantenga inclinada, con la mitad del torso hacia arriba hundido en la cama.

—Como no quiero que te lastimes los dedos, tomaré prestaras tus bragas, me ayudarán para que no ocupes las manos y te las jodas más.

Mi cuerpo no se mueve, incluso me acomodo, manteniendo el culo en pompa mientras toma las bragas del suelo para luego apresar mis muñecas y asegurarlas con la tela que ajusta a su manera.

Inocencia malvada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora