CAPITULO 15

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TABATHA

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Me calzo las botas negras que es la primera vez que utilizo colores oscuros, me hago una media coleta y pongo un listón azul sobre la unión de mi cabello que me regaló Romi diciendo que a mí me iba a quedar mejor. Creo que somos las pequeñas de la casa y la parte trastornada de mi cabeza me dice que está mal, sin embargo, la sana dice que importa un carajo lo que la gente piense de mí.

Siempre pensé que uno no debería dejar de lado lo que le gusta, no debería cambiar o alterar su personalidad para tratar de ser un adulto serio como la mayoría de personas que hay en este mundo.

Sobre todo por el hecho de que muchos de esos adultos serios y maduros a lo mejor una vez al día desearán ser felices como los que vivimos siendo nosotros y no como dicta la sociedad. Algunos de ellos quisieran recordar su niñez, algunos de ellos quisieran poder sacarse las responsabilidades de encima y solo ser ellos, algunos de ellos quisieran volver a sentir y desearían ser consentidos.

El mundo ya es tan jodido que te das cuenta lo mucho que la opinión de los demás afecta tanto que tienes que dejar de ser tú para ser una persona más del montón. Duerme, levántate, trabaja, cumple con tus responsabilidades, queda con tus amigos que quizá no son del todo tus amigos, se formal, serio, de carácter duro y ve a la cama cuando termines para repetirlo todo de nuevo.

¿Cuándo hay momentos de felicidad?

¿Cuándo es momento para las risas sinceras?

¿Cuándo es el tiempo perfecto para que seas tú mismo y no lo que te han impuesto?

Mi sonrisa se extiende cuando reparo mi atuendo en el espejo, llevo leggins negros, un top azul cielo con nubes pequeñitas de estampado, las botas negras que le agregan más rudeza a mi atuendo.

En la semana que viene, cumplo veinte años y estoy un poco emocionada por ello. Me gustaría dar una pequeña fiesta y a la vez no, porque Nina y Reg no están, dejé de insistir por mensaje cuando me di cuenta de lo que decía Mindy era parte de la razón.

Ellas están en su mundo, tratando de lidiar con su propia bruma y yo tengo que sanar por mi cuenta porque ellas ya están en otro camino. No obstante, sé que voy a estar para ellas, aunque es un poco hiriente darte cuenta que después de que se aseguraran que estaban bien, desaparecieron.

Cada quien lidia con sus propios monstruos, cada quien toma su distancia, su tiempo y por el momento yo tengo que aceptar a tomar el mío para sanar. Para dar un paso más, porque no me puedo quedar esperando a que ellas se unan a mí, ya que eso puede tardar un buen tiempo.

Salgo de la habitación, acelero el paso al escuchar que ellos ya están listos y Vance me repara de arriba abajo con la chaqueta de cuero que tiene en la mano.

—¿Cómo me veo? —Doy una vuelta ante su atenta mirada—. ¿Me veo ruda?

—Te ves ruda, sin duda, dulzura.

—Te ves como un peluchito todo adorable.  —Alex se posa a mi lado con su codo recargándolo en mi cuerpo, es el triple de pesado, alto y siento que me está dejando caer su brazo de acero—. Una pisada y quedas embarrada en el suelo, pobrecita.

—Mientes. —Encajo mi codo con rudeza en su costilla ocasionando que se retuerza y se aleje—. Tú te ves como un...

—¿Un?

Lo analizo, pensando en algo con qué compararlo.

—Pareces Thanos, todo feo, grande, horroroso, morado, horrible.

Inocencia malvada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora