Era una noche fría y lluviosa en la ciudad de Nueva York. El sonido de los autos, las sirenas y los disparos se mezclaba con el de la lluvia golpeando el pavimento. En una calle oscura y solitaria, una joven caminaba apresuradamente, abrazando su bolso contra su pecho. Se llamaba Elena, y acababa de salir de su trabajo como mesera en un restaurante italiano. Estaba cansada, hambrienta y asustada. Sabía que esa zona era peligrosa, especialmente para una mujer sola, pero no tenía otra opción. Su apartamento quedaba cerca, y no podía pagar un taxi o un autobús.
De repente, sintió que alguien la agarraba por detrás y le tapaba la boca con una mano. Intentó gritar, pero solo consiguió emitir un sonido ahogado. Forcejeó, pero el hombre que la sujetaba era más fuerte que ella. La arrastró hacia un callejón oscuro, donde había un auto negro esperando. Otro hombre salió del auto y abrió la puerta trasera.
-¡Vamos, metela adentro! -ordenó el hombre del auto.
-No te resistas, preciosa. Te vamos a dar un paseo que no olvidarás -dijo el hombre que la tenía agarrada.
Elena sintió pánico. Sabía lo que esos hombres querían hacerle. Había oído historias de chicas que habían sido secuestradas, violadas y asesinadas por bandas criminales. Pensó en su familia, en su novio, en sus sueños. No quería morir así. Se debatió con todas sus fuerzas, arañando y mordiendo al hombre que la sujetaba.
-¡Ay, maldita perra! -exclamó el hombre, soltándola un momento.
Ese momento fue suficiente para que Elena se soltara y corriera hacia la calle. Pero antes de que pudiera llegar, otro auto apareció en la esquina y se detuvo frente a ella. La puerta del conductor se abrió y salió un hombre alto y elegante, vestido con un traje negro y una gabardina del mismo color. Tenía el cabello negro y corto, y unos ojos azules que brillaban en la oscuridad. Era guapo, pero también imponía respeto y autoridad.
Elena se quedó paralizada al verlo. No sabía quién era, pero algo le decía que era más peligroso que los otros dos hombres. El hombre la miró con una expresión seria y fría.
-¿Qué pasa aquí? -preguntó con voz grave.
Los dos hombres que habían intentado secuestrar a Elena se acercaron al auto negro.
-Jefe, esta chica nos estaba molestando. Queríamos enseñarle una lección -mintió uno de ellos.
El hombre del traje los miró con desprecio.
-Mentirosos -dijo-. Sé lo que estaban haciendo. Estaban intentando violarla.
Los dos hombres se pusieron nerviosos.
-No, jefe, no es cierto...
-Cállense -los interrumpió el hombre del traje-. Ustedes trabajan para mí. Y yo no tolero que mis hombres se comporten como animales. Me dan vergüenza.
Dicho esto, sacó una pistola de su gabardina y les disparó a los dos hombres en la cabeza. Los cuerpos cayeron al suelo con un ruido sordo.
Elena se quedó horrorizada al ver la escena. No podía creer lo que acababa de pasar. El hombre del traje acababa de matar a dos personas frente a sus ojos. Y ahora la miraba fijamente, como si fuera su próxima víctima.
-No tengas miedo -le dijo el hombre del traje-. No te haré daño.
Elena no le creyó. Quiso gritar, pero su voz no salió.
-Ven conmigo -le dijo el hombre del traje-. Te llevaré a un lugar seguro.
Elena no quería ir con él. Quería escapar de ese infierno. Pero no tenía otra opción. El hombre del traje la tomó de la mano y la llevó hacia su auto. La hizo subir al asiento del copiloto y cerró la puerta. Luego se sentó al volante y arrancó el motor.
Elena lo miró con terror. No sabía quién era, ni a dónde la llevaba. Solo sabía que su vida acababa de cambiar para siempre.
ESTÁS LEYENDO
La fuga de la reina
RomanceElena es una joven mesera que sueña con una vida mejor. Su sueño se convierte en una pesadilla cuando es secuestrada por Alejandro Rossi, el jefe de la mafia italiana, que se ha enamorado de ella. Alejandro la fuerza a casarse con él, sin importarle...