La lucha

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Elena se despertó sobresaltada al escuchar los disparos. Se levantó de la cama y se vistió rápidamente. Miró a Carlos, que también se había despertado y se había vestido. Se miraron con miedo y con amor.

-¿Qué está pasando? -preguntó Elena con voz temblorosa.

-No lo sé -respondió Carlos con voz nerviosa-. Parece que nos han atacado.

-¿Quiénes? -preguntó Elena con voz angustiada.

-No lo sé -repitió Carlos con voz preocupada-. Tal vez sean los hombres de Alejandro.

-¿Alejandro? -preguntó Elena con voz horrorizada.

-Sí, Alejandro -dijo Carlos con voz grave-. El jefe de la mafia italiana. El hombre que te secuestró y te obligó a casarte con él. El hombre que te busca y te quiere matar.

Elena se quedó sin palabras al escuchar esas palabras. No podía creer lo que escuchaba. ¿Alejandro había encontrado la casa segura? ¿Alejandro había venido a por ella? ¿Alejandro había descubierto su relación con Carlos?

Elena sintió un escalofrío al pensar en Alejandro. Recordó su rostro, su voz, su mirada. Recordó su crueldad, su violencia, su obsesión. Recordó su miedo, su dolor, su odio.

Elena no quería ver a Alejandro. No quería hablar con él. No quería volver con él.

Elena solo quería estar con Carlos. Solo quería abrazarlo, besarlo, amarlo. Solo quería ser feliz con él.

Elena se acercó a Carlos y lo abrazó fuerte. Carlos la abrazó también y le dio un beso en la frente.

-Tranquila, Elena -le dijo con voz dulce-. Todo va a salir bien.

-¿Cómo lo sabes? -preguntó Elena con voz asustada.

-No lo sé -admitió Carlos con voz sincera-. Pero tengo fe.

-¿Fe en qué? -preguntó Elena con voz curiosa.

-Fe en nosotros -respondió Carlos con voz segura-. Fe en nuestro amor.

Elena sonrió al escuchar esas palabras. Se sintió reconfortada y esperanzada por ellas. Se sintió segura y fuerte junto a él.

Elena le devolvió el beso y le dijo:

-Te quiero, Carlos.

-Yo también te quiero, Elena -dijo Carlos.

Los dos se miraron a los ojos y se sonrieron. Los dos se tomaron de las manos y se prepararon. Los dos salieron de la habitación y se enfrentaron.

Se enfrentaron a los hombres de Alejandro, que habían entrado en la casa. Eran unos diez, armados y peligrosos. Eran unos asesinos, unos criminales, unos monstruos.

Se enfrentaron al oficial García, que estaba herido en el suelo. Tenía un disparo en el pecho y sangraba mucho. Tenía un gesto de dolor y de valentía. Era un policía, un amigo, un héroe.

Se enfrentaron al oficial López, que estaba muerto en el sofá. Tenía varios disparos en el cuerpo y no respiraba más. Tenía un gesto de paz y de dignidad. Era un policía, un amigo, un héroe.

Se enfrentaron a la madre de Elena, que estaba escondida en el baño. Tenía una expresión de miedo y de coraje. Tenía una pistola en la mano y una llamada al 911 en el teléfono. Era una madre, una mujer, una guerrera.

Se enfrentaron a Alejandro, que estaba parado en la puerta. Tenía una mirada de furia y de locura. Tenía una pistola en la mano y una sonrisa en los labios. Era un mafioso, un villano, un demonio.

Elena se quedó sin palabras al ver a Alejandro. No podía creer lo que veía. Alejandro estaba ahí, frente a ella, dispuesto a matarla.

Alejandro se quedó sin palabras al ver a Elena. No podía creer lo que veía. Elena estaba ahí, frente a él, dispuesta a resistirle.

Alejandro reconoció a Carlos y se sorprendió. No podía creer lo que veía. Carlos era el hermano de Elena, el hijo de su padre, el hombre con el que se había acostado.

Carlos reconoció a Alejandro y se enfureció. No podía creer lo que veía. Alejandro era el jefe de la mafia italiana, el enemigo de la policía, el hombre que había hecho daño a Elena.

Alejandro abrió la boca y dijo:

-Hola, Elena. Te he encontrado.

Elena abrió la boca y dijo:

-Hola, Alejandro. Te he dejado.

Carlos abrió la boca y dijo:

-Hola, Alejandro. Te he vencido.

Los tres se miraron con odio y con amor. Los tres se apuntaron con sus pistolas. Los tres se dispararon.

La fuga de la reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora