La fuga

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Elena se vistió con el vestido blanco que Alejandro le había comprado. Era un vestido sencillo, pero elegante, que le quedaba bien. Se miró al espejo y se sintió extraña. No se reconocía a sí misma. No era la Elena que había sido hasta ayer. Era la Elena que Alejandro quería que fuera. Era la Elena que iba a casarse con él.

Elena se puso los zapatos y el velo, y cogió el ramo de flores. Estaba lista para salir de la habitación y enfrentarse a su destino. Pero no quería hacerlo. Quería escapar de ese lugar. Quería volver a su vida de antes. Quería ser libre.

Elena miró la puerta y vio que estaba cerrada con llave. Alejandro no quería que ella saliera sin él. Alejandro no confiaba en ella. Alejandro la vigilaba constantemente.

Elena se acercó a la ventana y vio que estaba abierta. Había una pequeña terraza, y luego un vacío de quince pisos. Era una locura, pero era su única esperanza.

Elena respiró hondo y tomó una decisión. Iba a escapar de Alejandro, aunque fuera lo último que hiciera.

Elena dejó el ramo en la cama y se quitó los zapatos y el velo. Luego salió por la ventana y se subió a la terraza. Miró hacia abajo y sintió vértigo. Era una caída mortal, pero también era una oportunidad de vida.

Elena vio que había una tubería que bajaba por la pared del edificio. Era su única opción de descender sin romperse el cuello. Elena se agarró a la tubería con fuerza y empezó a bajar con cuidado.

Elena bajó un piso, luego otro, luego otro más. Estaba cada vez más cerca del suelo, pero también del peligro. Sabía que en cualquier momento Alejandro podía darse cuenta de su fuga y mandar a sus hombres a buscarla. Sabía que tenía que ser rápida y silenciosa.

Elena llegó al piso 10, luego al 9, luego al 8... Estaba casi en la mitad del camino, cuando oyó un grito.

-¡Elena! -era la voz de Alejandro, furiosa y sorprendida.

Elena levantó la vista y lo vio asomado por la ventana de su habitación, con el rostro desencajado.

-¿Qué haces? -le preguntó Alejandro con incredulidad.

-Escapo de ti -le respondió Elena con valentía.

-¡No puedes hacer eso! -le gritó Alejandro con ira-. ¡Vuelve aquí ahora mismo!

-No -dijo Elena con determinación-. No volveré contigo nunca.

-¡Te lo advierto! -le amenazó Alejandro con violencia-. Si no vuelves, te mataré.

-No me importa -dijo Elena con desafío-. Prefiero morir que ser tu esposa.

Dicho esto, siguió bajando por la tubería, ignorando los insultos y las amenazas de Alejandro.

Alejandro no podía creer lo que veía. Elena se estaba escapando de él, desafiándolo, rechazándolo. Era una traición, una humillación, una ofensa. No podía permitirlo.

Alejandro cogió su pistola y apuntó a Elena desde la ventana.

-¡Adiós, Elena! -dijo Alejandro con odio-. ¡Te arrepentirás de esto!

Alejandro disparó a Elena, pero falló por poco. La bala rozó el brazo de Elena, haciéndole una herida superficial.

Elena gritó de dolor y soltó la tubería por un momento. Casi perdió el equilibrio, pero logró agarrarse de nuevo.

Alejandro volvió a disparar, pero esta vez tampoco acertó. La bala pasó cerca de la cabeza de Elena, rompiendo un cristal del piso 7.

Elena sintió pánico y bajó más rápido por la tubería, esperando llegar al suelo antes de que Alejandro le diera en el blanco.

Alejandro disparó una tercera vez, pero tampoco tuvo suerte. La bala impactó en la pared del piso 6, dejando un agujero negro.

Alejandro se enfureció y vació el cargador de su pistola, disparando a ciegas hacia Elena.

Elena oyó los disparos y vio las balas pasar cerca de ella, pero ninguna la tocó. Era un milagro, pero también una oportunidad.

Elena llegó al piso 5, luego al 4, luego al 3... Estaba a punto de llegar al suelo, cuando oyó el sonido de una sirena.

Era la policía. Alguien había oído los disparos y había llamado al 911. Era su salvación, pero también su riesgo.

Elena llegó al piso 2, luego al 1, luego al suelo. Soltó la tubería y corrió hacia la calle. Vio varios autos de policía rodeando el edificio, y varios policías armados apuntando hacia arriba.

Elena levantó las manos y gritó.

-¡Soy Elena García! ¡Soy la víctima! ¡Ayúdenme!

Los policías la vieron y la reconocieron. Era la chica que habían estado buscando desde ayer. Era la chica que había sido secuestrada por Alejandro Rossi, el jefe de la mafia. Era la chica que había escapado de él.

Los policías bajaron sus armas y se acercaron a Elena.

-¿Estás bien? -le preguntó uno de ellos con preocupación.

-No -dijo Elena con sinceridad-. Estoy herida, estoy asustada, estoy cansada...

-No te preocupes -le dijo otro de ellos con compasión-. Estás a salvo ahora. Te llevaremos al hospital, te curaremos, te protegeremos... Te ayudaremos.

-Gracias -dijo Elena con gratitud.

Los policías la rodearon y la llevaron hacia una ambulancia. Elena se sintió aliviada y esperanzada. Había logrado escapar de Alejandro, aunque fuera por poco. Había logrado recuperar su libertad, aunque fuera por un momento. Había logrado sobrevivir, aunque fuera por un milagro.

La fuga de la reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora