Elena decidió abrazar a su madre y a su hermano. A pesar de la sorpresa y el desconcierto, se sintió feliz de verlos y de tenerlos. Se sintió agradecida por su visita y por su apoyo. Se sintió aliviada por no estar sola.
Elena invitó a su madre y a su hermano a entrar en la casa. Les presentó al oficial García, que los recibió con amabilidad. Les mostró la casa, que era modesta pero acogedora. Les enseñó la habitación donde iban a dormir, que era pequeña pero cómoda.
Elena les ofreció algo de comer y de beber. Les preparó un café y unos bocadillos. Les puso una mesa y unas sillas en la sala. Les hizo compañía y conversación.
Elena habló con su madre y con su hermano. Les contó cómo estaba, cómo se sentía, qué había hecho. Les habló de los policías, de su embarazo, de su parto. Les habló de su bebé, de su nombre, de su aspecto.
Elena había decidido llamar al bebé Daniel. Era un nombre que le gustaba, que le sonaba bien, que le parecía apropiado. Era un nombre que significaba "Dios es mi juez". Era un nombre que le recordaba a su padre.
Elena había decidido perdonar a su padre. No había sido fácil. Elena había sentido mucha rabia y mucha tristeza por lo que había hecho. Había sentido mucha decepción y mucha vergüenza por lo que había ocultado. Había sentido mucha culpa y mucha pena por lo que había sufrido.
Pero también había sentido amor y comprensión. Había recordado los buenos momentos que habían pasado juntos, las risas, los abrazos, los consejos. Había recordado las palabras que le había dicho, las disculpas, las explicaciones, las promesas. Había recordado el gesto que había tenido, el regalo, la sorpresa, el hermano.
Elena había decidido perdonar a su padre, pero no había decidido volver a verlo. No sabía si quería o no quería verlo. No sabía si podía o no podía verlo. No sabía si debía o no debía verlo.
Elena no tenía la respuesta. Solo tenía una duda: ¿qué haría él si la viera?
Elena habló con su madre y con su hermano. Les preguntó cómo estaban, cómo se sentían, qué habían hecho. Les preguntó por México, por su familia, por sus amigos. Les preguntó por Carlos, por su madre, por su vida.
Elena escuchó las respuestas de su madre y de su hermano. Se sorprendió y se alegró por lo que le contaron. Se sorprendió al saber que Carlos era médico, que trabajaba en un hospital, que ayudaba a mucha gente. Se alegró al saber que Carlos era soltero, que no tenía novia, que estaba abierto al amor.
Elena se fijó en Carlos y vio que era muy guapo y muy simpático. Vio que tenía unos ojos azules muy bonitos y una sonrisa muy dulce. Vio que tenía un cuerpo muy atlético y una voz muy seductora.
Elena sintió algo por Carlos y se asustó. Sintió una atracción física y una conexión emocional. Sintió un interés mutuo y una complicidad natural. Sintió un deseo prohibido y una tentación irresistible.
Elena no sabía qué hacer con esos sentimientos. No sabía si eran normales o anormales. No sabía si eran buenos o malos. No sabía si eran reales o imaginarios.
Solo sabía que tenía un hermano.
Y que ese hermano le gustaba.
ESTÁS LEYENDO
La fuga de la reina
RomanceElena es una joven mesera que sueña con una vida mejor. Su sueño se convierte en una pesadilla cuando es secuestrada por Alejandro Rossi, el jefe de la mafia italiana, que se ha enamorado de ella. Alejandro la fuerza a casarse con él, sin importarle...