Elena se despertó al día siguiente, sintiendo un peso sobre su cuerpo. Abrió los ojos y vio a Alejandro durmiendo a su lado, abrazándola con fuerza. Recordó lo que había pasado la noche anterior, y sintió náuseas. Alejandro la había besado, la había desnudado, la había poseído. La había hecho suya, sin importarle su consentimiento, su dolor, su llanto. La había tratado como a un objeto, como a una propiedad. La había marcado como a un animal.
Elena quiso escapar de sus brazos, pero no pudo. Alejandro la tenía atrapada, y no la soltaría. Elena se resignó a esperar a que él se despertara, y a ver qué le deparaba el destino.
Alejandro se despertó una hora después, y sonrió al ver a Elena a su lado. La besó en la frente y le acarició el cabello.
-Buenos días, mi amor -le dijo con dulzura.
Elena no le respondió. Lo miró con odio y repulsión.
-¿Qué pasa? -preguntó Alejandro con extrañeza-. ¿No estás feliz?
-¿Cómo puedes preguntar eso? -dijo Elena con rabia-. ¿Cómo puedes creer que estoy feliz? Me has secuestrado, me has amenazado, me has violado... Me has arruinado la vida.
-No digas eso -dijo Alejandro con molestia-. No te he hecho nada malo. Te he salvado, te he protegido, te he amado... Te he dado la oportunidad de ser mi mujer.
-¿Tu mujer? -repitió Elena con desprecio-. ¿Qué clase de mujer quieres que sea? ¿Una esclava? ¿Una prisionera? ¿Una muñeca?
-No -dijo Alejandro con impaciencia-. Una reina. La reina de mi imperio. La reina de mi corazón.
-No quiero ser tu reina -dijo Elena con firmeza-. No quiero ser nada tuyo.
-Pues lo siento, pero no tienes elección -dijo Alejandro con frialdad-. Ya eres mía, y lo serás para siempre. Hoy mismo nos casaremos.
Elena se quedó helada al escuchar esas palabras. ¿Casarse? ¿Hoy mismo? ¿Estaba loco?
-¿Qué? -preguntó Elena con incredulidad.
-Sí -dijo Alejandro con seguridad-. Hoy mismo nos casaremos. Ya tengo todo preparado. Será una boda íntima, solo con los más cercanos. No quiero llamar la atención de la policía ni de mis enemigos. Será una boda rápida, pero bonita. Te pondrás un vestido blanco, yo un traje negro. Nos daremos los anillos, nos diremos los votos, nos besaremos... Y seremos felices.
Elena no podía creer lo que escuchaba. ¿Cómo podía hablar de felicidad, cuando estaba obligándola a casarse con él? ¿Cómo podía hablar de amor, cuando no le importaban sus sentimientos? ¿Cómo podía hablar de boda, cuando era una farsa?
-No puedes hacerme esto -dijo Elena con horror.
-Sí puedo -dijo Alejandro con arrogancia-. Puedo hacer lo que quiera contigo. Eres mía, y nadie me impedirá casarme contigo.
Elena se sintió desesperada. No tenía escapatoria. Alejandro era un hombre poderoso y peligroso, que podía hacer realidad sus amenazas. No tenía opción de elegir. Tenía que aceptar su boda, o sufrir las consecuencias.
-No me hagas esto -suplicó Elena con lágrimas en los ojos.
-No tengo otra opción -dijo Alejandro con indiferencia-. Es esto, o la muerte.
Elena se quedó sin aliento. Alejandro volvía a amenazarla de muerte. No le quedaba ninguna duda de que era capaz de cumplir su amenaza. Sabía que no tenía escrúpulos ni compasión. Sabía que no tenía salida.
-Está bien -dijo Elena con resignación-. Me casaré contigo.
Alejandro sonrió con satisfacción. Había conseguido lo que quería. Había logrado que Elena aceptara ser su esposa.
-Muy bien -dijo Alejandro con alegría-. Me alegro de que hayas tomado la decisión correcta. No te arrepentirás. Te haré feliz, te lo prometo.
Dicho esto, se levantó de la cama y se dirigió al baño. Elena lo miró con odio y tristeza. Sentía que acababa de vender su alma al diablo.
![](https://img.wattpad.com/cover/354711280-288-k987562.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La fuga de la reina
RomanceElena es una joven mesera que sueña con una vida mejor. Su sueño se convierte en una pesadilla cuando es secuestrada por Alejandro Rossi, el jefe de la mafia italiana, que se ha enamorado de ella. Alejandro la fuerza a casarse con él, sin importarle...