Capítulo 7

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Tres días después se ponían en marcha. Tom conducía, Bill no estaba para ponerse al volante. Había pasado todo ese tiempo mirando fijamente el teléfono, pero Bobby no había dado señales de vida. Esa misma mañana antes de irse de viaje le mandó un mensaje donde le decía que ya podía ir a recoger sus cosas si quería, que estaría fuera el resto de la semana y así no le tendría que ver la cara.

Sonaba duro, pero tenía que aceptar que le había dejado. Y cuanto antes rehiciera su vida, mejor para los dos. Él se quedaría en casa de sus padres todo el tiempo que Jeremy necesitase y luego ya hablarían de mudarse los dos a otra casa donde empezar a vivir como padre e hijo. Pero eso ya con el tiempo, en esos momentos solo deseaba poder abrazarle.

El camino se le hizo interminable, pararon a comer pero no tenía ganas de nada. Tom le insistió y tomó un poco de sopa para tranquilizarle.

—Bill, sabías que podía pasar—dijo Tom, tratando de consolarle.

Pero la verdad era que Bill nunca se esperó una reacción así por parte de Bobby. Se amaban, le tenía que perdonar y apoyarle, no darle la espalda.

—Espero que Jeremy no reaccione también así—murmuró Bill.

— ¡No pienses eso!—exclamó Tom cogiéndole una mano—Entre todos le contaremos la verdad y le haremos ver que no tuviste otra opción.

—Pude quedarme en casa y verle crecer—estalló Bill sin querer, sintiendo que iba a echarse a llorar otra vez—Pero decidí abandonarle y marcharme de gira con el grupo.

—No abandonaste a Jeremy, no pienses eso nunca más—dijo Tom con firmeza—Hiciste lo que creíste mejor para él. Se quedó al cargo de mamá y Gordon, y le han criado estupendamente. Al principio le costará aceptarlo, pero ya verás como enseguida entenderá que tomaste una dura elección pero fue la más acertada.

—Ojala sea así—susurró Bill.

Se pusieron de nuevo en marcha, cuando llegaron a casa de sus padres era media tarde. Simone salió a su encuentro, les había visto llegar por la ventana de la cocina. Al primero que abrazó fue a su hijo pequeño, quien no podía ocultar lo mal que estaba. Sus ojos rojo de tanto llorar le delataba, no iba maquillado y lucía unas ojeras enormes señal de que se había pasado las últimas noches sin dormir.

— ¿Qué te ha pasado, cariño?—preguntó Simone muy preocupada.

—Bobby y yo lo hemos dejado—contestó Bill entre lágrimas—Le dije lo de Jeremy y no se lo ha tomado muy bien.

Simone no sabía que decir para consolar a su hijo, solo abrazarlo fuertemente mientras le sentía llorar entre sus brazos.

— ¡Hola mamá!—saludó Tom besándola en la mejilla.

—Entremos en casa—dijo Simone sin soltar a su hijo pequeño.

Tom asintió y poniendo un brazo alrededor de la cintura de Bill entraron en la casa de sus padres donde Gordon les esperaba. Fueron directos a la cocina, donde Simone hizo que Bill se sentara y le contara que había pasado, lo que Bill hizo entre lágrimas.

—Yo le digo que le dé más tiempo a Bobby, que solo ha tenido 3 días para pensárselo—intervino Tom.

—Claro que sí cariño, no tires todavía la toalla—dijo Simone asintiendo con la cabeza.

— ¿Entonces por qué no me llama?—preguntó Bill entre lágrimas—Que me pida más tiempo o lo que sea, pero que me hable al menos.

Nadie supo contestarle, una historia así era difícil de asimilar.

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