Capítulo 8

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Sentía que la cabeza le iba a estallar, la conversación con Jeremy le había dejado abatido. Bueno, si a eso se le podía llamar "conversar". Más bien fue Jeremy quien lo había dicho todo: estaba en una edad rebelde y le veía como el enemigo, y más le valía no meterse en su vida.

Le había dolido algunas cosas que le había dicho, muy ciertas como que nunca estaba en casa y no tenía derecho alguno en exigirle nada. Sabía que lo había dicho preso de la rabia y sin saber que...que había dado en el clavo. No tenía derecho a exigirle nada porque nada más nacer le "abandonó".

Pero...había vuelto, renunciando a todo por él. Primero fue el grupo y luego el amor, porque estaba claro que lo suyo con Bobby había terminado.

— ¿Bill?

La voz de Tom le hizo abrir los ojos. Se encontraba recostado en su cama pensando en cómo hacer que Jeremy dejara de actuar como lo estaba haciendo y pudiera sentarse con él a hablar como dos seres civilizados.

—Venga Bill, ya sabes como éramos tú y yo a su edad—dijo Tom sentándose a su lado en la cama— ¿O no te acuerdas de las peleas que teníamos con mamá?

—Pero no era nada comparado con lo que ha hecho Jeremy—murmuró Bill sintiendo que los ojos se le llenaban de lágrimas— ¿Cuándo hemos fumado hierba? ¡Y se atreve a hacerlo en casa! Nos está desafiando, lleva meses así y si mamá o Gordon no han podido hacer nada, ¿qué voy a poder hacer yo?

— ¡Pues deja que hable yo con él!—exclamó Tom—Sabes que siempre hemos conectado.

Bill lo sabía, su hijo siempre había tenido predilección por Tom. Siempre que hacían una visita a casa les decía que les había echado mucho de menos a los dos, pero cuando había algo que le preocupaba era a Tom a quien se lo contaba, y Bill podía confiar en que le iba a dar el mejor de los consejos.

—Hazlo, por favor—dijo Bill suspirando.

Tom asintió y tras besarle en la mejilla se levantó y fue en busca de su sobrino. Tras la charla con Bill se había quedado en el salón viendo la tele mientras que sus padres salían a dar un paseo y comprar algo para la cena.

Entró en el salón y se sentó a su lado en el sofá, cogiendo el mando y apagando del todo el televisor.

— ¿Tú también me vas a echar la charla?—gruñó Jeremy resoplando.

—A mí no me hables en ese tono—dijo Tom con firmeza—Y no pongas los pies sobre la mesa, sabes que a mamá no le gusta.

A pesar de su enfado, Jeremy le obedeció y se sentó mejor en el sofá.

—Ahora hablemos—dijo Tom con calma— ¿Qué haces cuando no vas a clase?

—Irme por ahí con mis amigos—contestó Jeremy.

— ¿Qué amigos?—preguntó Tom—Porque no creo que Henry y Jason sean de los que falten a clase.

—Esos son unos aburridos—dijo Jeremy soltando una carcajada—He hecho nuevos amigos y me lo paso mucho mejor con ellos.

— ¿Haciendo qué?—interrogó Tom.

—Pues...nuestras cosas—murmuró Jeremy.

— ¡Vamos Jeremy!—exclamó Tom resoplando—Conmigo no te andes con evasivas. Sabes que sea lo que sea me lo puedes contar.

—Es que no hay nada que contar—dijo Jeremy poniéndose en pie—He hecho nuevos amigos que no les gusta a papá y a mamá. Fin de la historia.

Salió del salón antes de que Tom le pudiera decir nada más. Se le había hecho tarde, había quedado con Eddie a las 8 y eran más de las 7:30. Echó una carrera a la habitación y recogiendo la cazadora que había pertenecido a Bill bajó de nuevo las escaleras.

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