Capítulo 2

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Simone no podía apartar los ojos del vientre de su hijo, que destacaba más ahora que le había hecho girar y ponerse de perfil.

—Pero...pero Bill...—susurró sin saber que más decir.

Bill se mantenía en silencio. Siempre temió que llegara ese momento en que su embarazo le fuera difícil de ocultar, solo que se había producido con varios meses de antelación. Pesaba que podía seguir actuando como si su vida fuera normal y sencilla, que nadie sospecharía jamás que crecía una nueva vida en su vientre hasta que cuando estuviera de unos 7 meses ya le fuera imposible seguir mintiendo y tuviera que desvelar su secreto.

Pero los avispados ojos de su madre le habían pillado nada más entrar por la puerta de casa...

— ¿De cuánto estás?—preguntó Simone cuando al fin pudo hablar.

—De 4 meses...creo—murmuró Bill sin atreverse a mirar a su madre.

Simone asintió suspirando y volvió a cruzar el albornoz sobre el vientre de su hijo antes de que se enfriara. Tenían que hablar muy en serio, se trataba de una nueva vida que iba a venir al mundo y no sabía cuales eran los planes de su hijo, y si eran los correctos...

— ¿Piensas tenerlo?—preguntó en voz baja.

—Creo que ya es tarde para echarme atrás—contestó Bill carraspeando.

Si, esa fue la primera opción que se le pasó por la cabeza cuando una buena mañana se levantó de nuevo mareado y se la pasó en el baño. Tenía apenas 15 años, pero edad suficiente para comprender que ese mal estar era por un serio motivo. Se armó de valor y cogiendo una de las sudaderas de Tom para pasar más desapercibido, corrió a la farmacia más cercana y se compró un test de embarazo.

Pero tardó dos días en hacerse la prueba, estaba muerto de miedo y en uno de los pocos viajes que les salían para promocionar el grupo se la hizo en el baño del hotel, viendo asustado que era positiva y su vida iba a cambiar para siempre.

¿Cómo iba a deshacerse de algo que llevaba su propia sangre? Además, era menor de edad y llamarían a sus padres de inmediato si se le ocurría hacer semejante locura. No le quedaba más remedio que seguir adelante con su embarazo, ocultándolo hasta que fuera imposible hacerlo más.

— ¿Y luego qué? ¿Lo darás en adopción?—siguió preguntando Simone.

Bill miró a su madre sin entenderla, ¿dar algo que tanto esfuerzo le iba a costar obtenerlo? Porque se había documentado y le daba pánico pensar en el parto. Había leído cualquier artículo relacionado con ese gran momento, y en todos leía entre líneas que iba a sufrir mucho y aunque luego dijeran que tener a su hijo en brazos compensaba cada punzada de dolor...él no estaba tan seguro.

Pero seguía pensando en lo mismo, era suyo y no podía darlo como si se tratara de una cosa inservible que ya no le hacía falta. No, su hijo le iba a necesitar desde el primer momento en que fijara los ojos en él y aunque no entendía nada de bebés, esperaba que con la ayuda de su madre pudiera sacarle adelante.

—Entiendo—murmuró Simone.

Antes de que pudieran seguir hablando, la puerta de la habitación se abrió de golpe y entró Tom como una exhalación.

—Bill, o te vistes en dos minutos o te juro que me voy sin ti—gritó sin aliento.

—Tu hermano no se siente bien, vete sin él—dijo Simone con tono duro.

— ¿Qué ha pasado? ¿Le has castigado por tardar en el baño?—preguntó Tom sin podérselo creer.

—Está cansado, ve y diviértete con Andreas—insistió Simone.

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