Hoy había día de padres e hijos en la escuela. Era viernes y al parecer lo hacían una vez al mes o cuando la escuela no tenía actividades que ocupen la agenda. Mis abuelos eran los más emocionados de todos los presentes en todo el lugar.
La abuela saludaba a varias señoras que al parecer iban en el mismo año que mi madre y tenían hijos que estaban en primer año.
Mi abuelo con orgullo decía que era su nieto y cada que podía se lo hacía saber a todo ser que se le cruzaba por delante o saludaba.
—Ve a buscar a Amelie y dale la tarjeta, una dama no debe por qué llegarle una invitación tarde.
La abuela me tendió la tarjeta negra con detalles plateados y fui en camino a buscar a la pequeña rubia.
Pasé por la cafetería y fui directo al árbol que compartimos. Ahí estaba sentada con un cuaderno abierto, escribía algo. Me acerqué con cuidado y vi que solo estaba rayando una página al azar que estaba en blanco. Lo que me sorprendió fue que se había corrido la tinta en varias partes porque estaba llorando.
—¿Por qué lloras? —Le dejé un beso en su mejilla.
Se sobresaltó cuando se dio cuenta de que estaba sentado a su lado.
—Hola —forzó una sonrisa. —Ayer leí un libro que me dejó devastada y con el corazón en pedacitos.
—Buenos días, ¿cuál libro?
—Lo siento, buenos días para ti también. "La canción de Aquiles"
—Me costó un poco terminarlo, pero es un libro triste menos de tu lista.
Le sonreí y desvió su vista a la tarjeta que tenía en la mano.
—¿Qué es eso?
Aclaré mi garganta y me puse frente a ella.
—Milady, es usted cordialmente invitada a la fiesta de Halloween que organiza mi estimada abuela.
Agaché mi cabeza como reverencia porque aún estaba de piernas cruzadas y sentado.
Escuché una risita de su parte.
—¿Estás bien?
—La semana no me está yendo bien.
—Me cancelaste la salida.
Se tapó los ojos y chilló, luego me volvió a ver.
—Sí, lo siento, me sentía peor porque me bajó la regla.
—¿Necesitas algo?
—No, ya me comí un chocolate.
Le paso el brazo por sus hombros y la atraigo hacia mí.
—Mis abuelos han venido a este evento improvisado, hay muchas personas dentro de la escuela.
—Lo sé.
Se le escapan más lágrimas de sus ojos.
—Amelie, si no estás bien, te puedo llevar a casa.
—No, solo es algo emocional —susurra contra mi pecho.
Algunas personas pasan y nos miran poco disimulados. No quiero que pase vergüenza, la llevaré a otro lugar.
—Milady, podemos ir a que ocultes tus lágrimas a la biblioteca, no quiero que la gente mediocre sienta lástima o hable de ti.
—Ah, no se me ocurrió llorar en la biblioteca.
Se aleja de mí. Sus ojos son entre un azul muy oscuro sin vida y un rojo causado por las lágrimas.
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Amor a la antigua ✔
Teen FictionAlonso acaba de mudarse con sus abuelos, y los rumores de aquel nuevo chico atendiendo en la librería más concurrida llegan a oído de todos. Ahora todas las chicas compran cualquier libro con tal de acercarse a él, pero los intereses de Alonso no es...