Amelie regresó con la cara lavada y el cabello suelto. Se sentó y terminamos de comer muy rápido y en silencio. Era incómodo, pero Maven empezó a hablar de unas tareas, dejando de lado el fútbol.
Luego de lo dicho no me insistieron más en jugar fútbol. Solo se fueron a sus trabajos diciendo que tome en cuenta el deporte y yo fingí llamar a mi abuela a que venga por mí.
—¿Por qué nunca me contaste eso?
—No venía al tema.
—Amelie, ¿te das cuenta del gran problema que existe?
Se le vuelven a cristalizar los ojos.
Su hermano sale de la cocina llevando consigo un vaso con jugo color morado.
—Lo siento por lo que dijeron mis padres. Si piensas que soy gay, no lo soy. El problema es que ellos piensan que si te hablaban de fútbol y te metían al mundo del deporte ibas a hablarles a tus abuelos y cómo yo te ayudaría con el entrenamiento quizá podría sacar más oportunidades de entrar a equipos gigantes del fútbol, y también la posibilidad de jugar para el país
—Pues es una tontería.
—Yo se los dije, pero me gritaron —responde Amelie. —Me dijeron que no sabía de lo que hablaba.
—Ah, y también mamá le quitó las primeras flores que le diste en la escuela, porque se molestó que le hayan regalado flores tan bonitas y ella nunca haya tenido unas similares. —Lo dice tan rápido antes que Amelie le lance un almohadón del mueble.
—¡CÁLLATE!
Maven sube corriendo a su habitación, pero antes que desaparezca le grité un:
—Gracias por decírmelo.
—¡De nada, cuñado!
Escucho una puerta cerrarse, entonces me vuelvo hacia ella.
—Tampoco me contaste eso.
—Lloré mucho cuando pasó, se veían muy caras que... —no continúa porque se le corta la voz.
Se me rompe el corazón verla así, nunca había visto a una mujer llorar así.
Me quito el saco del uniforme y lo dejo a un lado. Trato de abrazarla, pero no me deja.
—¿Las flores de ayer, también te las arrebató?
—No —susurra. —Supuso que ibas a preguntar por ella y tenía esperanzas que hoy vinieras con flores para ella.
—No pienso gastar un solo centavo en flores tan preciosas para un ser humano despreciable.
Le acaricié con cuidado el cabello; con un poco de miedo a que no me deje tocarla.
—Me siento tan avergonzada por todo lo que trataron de hacer mis padres... Siento que te hayas sentido incómodo...
—Por mí no te preocupes, yo sé defenderme muy bien. Y pienso hacerlo contigo también, odio que te hagan llorar.
Se limpió las lágrimas con la manga de la camisa del uniforme.
—Voy a ensuciar el uniforme —susurró enojada.
Sus ojos azules se volvieron más oscuros. Era como si el mar enfrentara una tormenta.
—Vamos a mi habitación —se levanta y la sigo.
Al llegar a la segunda planta, camina a una puerta al fondo del pasillo. Tiene una A con brillantina en su puerta y pegatinas de libros.
Nunca me había dado cuenta, pero su llavero es un libro de plata con tonos rosados.
Arrastró su mochila y entró. Con la mano me hizo una señal para pasar.
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Amor a la antigua ✔
Teen FictionAlonso acaba de mudarse con sus abuelos, y los rumores de aquel nuevo chico atendiendo en la librería más concurrida llegan a oído de todos. Ahora todas las chicas compran cualquier libro con tal de acercarse a él, pero los intereses de Alonso no es...