Amazona. Ese es el apodo legendario que se le dió y con el cual se dió a conocer. La primer Amazona en una familia de bestias.
Todos conocemos a la familia Morgan, se conocen por su letalidad, poder. Un legado de hombres pero sobre todo que son bellos y tentadores.
Los únicos que pueden destruir a los Morgan son ellos mismos, ¿Qué sucede cuando llegan a romper el legado de hombres? ¿Qué sucede cuando una domadora de bestias entra en sus filas?
Es tentadora, un pecado andante con esos ojos grises profundos llevándote al mismo cielo pero a la vez tirandote en las profundidades del tártaro.
Una belleza que ni su misma sangre pudo controlar, tan atrayente que llevó a una obsesión enfermiza. Un pecado tan profundo y lascivo que harán lo que sea necesario para mantenerlo en secreto al mundo llevandoselo a la tumba si es necesario.
Quitarán a cualquiera de su camino así se trate de su misma sangre. Si la sangre llama como dicen; esta vez lo hizo de una forma eficiente y prohibida.
— ¡Eres, son unos asquerosos! — Sara azota mi puerta y me señala mirándome con asco.
— ¡Quién te crees para entrar así a mi oficina, peor aún gritarme en mi trabajo! — Me levanto.
— Christopher es mi hijo, voy a recuperarlo, le diré a los medios y llevaré esto a juicio. — Mi corazón late cada vez más rápido con su amenaza, salgo detrás de mi escritorio para ponerme frente a ella.
— No harás esa mierda. Christopher es mi hijo y ni tú ni nadie me lo va a quitar, en su acta aparezco yo. Tiene mi apellido ¡Es mi familia!
— Y tiene más que tu apellido, no puedo creer que hagan esta atrocidad. Te voy a quitar a Christopher, él va a enterarse quién es el monstruo asqueroso que llama madre. — Se da la vuelta y la sostengo del brazo.
— ¡No voy a permitirlo! Vas a cerrar la boca al igual que todos lo que lo saben. Ninguna extraña va a manchar mi apellido y nuestro legado. — Aprieto los dientes junto a su brazo. — ¡Y mucho menos me vas a quitar a mi hijo!
— ¡Es mío! Fue un error dejarlo con Alex pensando que estaría mejor. Con que yo sepa toda la verdad solo falta que abra la boca ante los medios y me entregaran a mi hijo. — Se suelta y camina a la puerta.
Veo todo rojo, el pánico de que me quiten a Christopher enciende una mecha, mi corazón arde al igual que mi garganta.
— ¡No voy a permitir que destruyas a mi familia! — Azoto su cabeza contra la puerta y la jalo del cabello tirándola hacia el escritorio. — ¡Christopher es mi hijo, tú lo abandonaste desde que nació!
La golpeo en repetidas ocasiones contra el suelo para voltearla y comenzar a golpearla a puño limpio. Su sangre me salpica el rostro pero ni me detengo, destrozo su rostro sin importar los crujidos que escuché viniendo de ella.
Sus gritos me deleitan hasta que la sujeto del rostro clavando mis dedos en sus ojos. — ¡Fuiste muy estúpida al venir aquí sola! — Los aplasto con todas mis fuerzas.
Me quedo encima de ella para verme en el espejo que tengo delante, mi sonrisa no se ha quitado, la sangre me da un toque más sádico haciéndome mirar el techo y soltar un suspiro enorme.
— No debiste decirme que eras la única que lo sabía. No debiste venir aquí a decírmelo. — Susurro mirando a lo que queda de Sara.
Escucho la puerta ser abierta y me giro para ver a Alex parado mirándonos a ambas fijamente entre abriendo los labios. — ¿Qué hiciste? — Susurra.
— Ella. Ella quería quitarnos a Christopher, ella lo sabía todo. Ella quería destrozar a mi familia.
Mis ojos se llenan de lágrimas y Alex se agacha para tomar el pulso negando mirándome nuevamente.
— Levantate y ve a limpiarte. — Ordena.
— Pero... — Soñoso y me toma con delicadeza por las mejillas.
— Limpiaremos esto, nadie sabrá y dirá nada. No van a destruir a nuestra familia ¿Oíste? Nada de esto sucedió, ahora ve a lavarte que Christopher no tarda en venir no quiero que vea esto.
Asiento besando sus labios, me regala una sonrisa tomándome de las caderas y la nuca apegandome más a él.
Terminamos sentados frente al cadáver y me come la boca con fervor restregando su erección en mi vagina cubierta por mi traje militar.
— Alex — Gimo.
— Fuiste una chica muy mala, Mayida. Tenemos que limpiar esto antes de que venga nuestro hijo. — Sus manos amasan mi trasero mientras sus labios atienden mi cuello — Pero eres tan deliciosa. Tan sexi llena de sangre, eres tan letal que me vuelves completamente loco.
Muevo mis caderas en circulos soltando varios gemidos aferrandome a su espalda, pego un pequeño brinco soltando un quejido por la primer nalgada que me da haciéndome arder.
— No vamos a terminar pronto, Amazona. — Muerde mi cuello haciéndome gemir — Limpiemos este desastre y después arreglo el nuestro en en mi oficina. — Me vuelve a besar y muerde mi labio jalandolo con sus dientes.
— Está bien. — Me quejo y me levanto para ir al baño a limpiar mi cara y mis manos. Tomo unos pequeños pasadores para acomodar mi cabello nuevamente.
Limpio mía medallas y las estrellas de mi ropa dejando que el agua que cae ahora se tiña de rojo, me miro al espejo fijamente y mis ojos grises están dilatados. Mi sonrisa aparece cuando tomo mi labial rojo para pintarme como si nada hubiera pasado.
Limpio mi anillo con delicadeza para después colocarmelo en el dedo no sin antes leer por dentro.
Amazona
— ¡Mamá! — La voz de Christopher se escucha fuera del baño y salgo para ver a mi pequeño no tan pequeño sonreírme viniendo a abrazarme.
— Mi Christopher, mi niño. — Susurro abrazándolo con fuerza besando sus mejillas.
Su risa me llena el pecho y aclara mi mente, miro a Alex quien nos sonríe y asiente dándome a entender que se llevó el cadáver de Sara.
Así como ella van a terminar todos los que sepan nuestro secreto, nadie va a destruir nuestra familia que tanto nos tocó hacer. Nadie se va a meter con nosotros porque yo soy;
Mayida Morgan