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Le he pedido permiso a mami de venir a subir a los juegos, subo por el tobogán y me detengo al ver a un niño más grande que yo bloqueando el paso

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Le he pedido permiso a mami de venir a subir a los juegos, subo por el tobogán y me detengo al ver a un niño más grande que yo bloqueando el paso.

— Contraseña.

— Muévete. — Le ordeno.

— Quítate niño. Pedí una contraseña, dime la palabra clave. — Me ordena de vuelta.

Nadie que no sea mami o papi me daba órdenes. — Yo he dicho primero que te muevas. — Lo señalo.

El niño golpea mi mano, siento un ardor en mi mano y mi puchero no tarda en venir comenzando a temblar. — ¿Qué vas a hacer acusarme con tu mami? — Se burla.

— ¡Oye! — Una niña lo empuja hacia el tobogán — Dijo que te quites. — Se agarra del barandal para empujarlo con dos de sus pies haciéndolo caer.

— ¡AHHH! — Veo al mocoso caer y me giro a la niña quien se baja para mirarme.

— Yo podía solo. — Me cruzo de brazos.

— Yo no te estaba ayudando. Me impedía el paso. — Me mira con el ceño fruncido para bajarla a mi mano.

La observo y se encuentra algo roja. La agito para ir con mi mamá pero me detiene tomándola y soplando ella misma.

— No te necesito pero mamá dice que sea educado. — Suspiro — Gracias por ayudarme. Me llamo Christopher Morgan. — Quito mi mano y me deslizó por el tobogán.

Corro para subir nuevamente, me canso y voy por agua donde mami y papi platican en una banca. — Christopher ¿Qué le pasó a tu mano? — Mami me sostiene preocupada — ¡NO LES DIJE QUE LE PRESTARAN ATENCIÓN A MI HIJO! — Alza la voz mirando a los guardias.

— Señora Morgan...

— Tranquila mami. Estoy bien solo quiero agua.

— Mi amor. — Papi me da mi bote de agua — Christopher está bien. En unos años irá al ejército y llegará peor.

— No si yo no lo permito. — Habla mami y los veo a ambos dejando mi bote de agua donde mismo para regresar a jugar.

La niña me mira y sonríe acercándose hasta ponerse delante de mi. — Christopher ven. ¿Podrías empujarme?

Obedezco y la empujo tirandola al suelo, me mira enojada poniéndose de pié. — Ya.

— ¡En el columpio! No al piso. — Se queja.

— Me dijiste que te empujara. — me cruzo de brazos. — Por cierto. ¿Quieres ver algo genial?

— ¡Claro! — Me sonríe.

La jalo a la tierra detrás de un arbusto y hago un hueco colocando dos palos al rededor para tomar agua de la fuente hechandola encima. Las lombrices salen y tomo una enseñandosela. — Mira. Podemos ponérsela a las señoras de ahí. — Señalo a una señora gorda comiendo en una banca.

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