Miro las torres de la casa, me preocupa que santa se estrelle o que le disparen hasta a los pobres renos. Pero es mágico, no sería muy inteligente que no entre por la chimenea con su magia.— Tendré que decirle a Miranda que no encienda la chimenea. — Susurro.
— ¿¡Dónde está mi muñequito!?
Me giro con emoción al ver a mi tío Recce caminar hacia mi, corro lo más rápido que puedo para tirarme a sus brazos ya que es fuerte y puede tomarme sin problemas.
— ¡Tío Recce! — Beso su mejilla y disfruto ser abrazado por él.
— Que lastima. Yo le traía un regalo a mi sobrino. — Habla mi tío Thomas.
— ¡Tío Thomas! — Le extiendo mis brazos y también le beso la mejilla cuando me carga. — Vinieron a cenar con nosotros, mami ha hecho comida y mis abuelitos están aquí.
— ¿De verdad?
— ¡Si! Pero tío por favor debes quitar las armas de ahí. — Señalo las torres — ¿Qué tal si le disparan a santa a sus renos? Vamos a salir en la tele como los que desaparecieron a santa. — Me sujeto las mejillas.
Mi tío Recce estalla en risas y lo miro enojado ¿Cómo se le ocurre reírse? No es gracioso. Me puedo quedar sin regalos por su culpa. ¿Qué tal si santa ya lo tiene en su lista negra?
— No te rías. Aunque... — Miro el cielo y después el patio. — Si tiramos a santa los regalos caerán aquí y tendré muchísimos.
Perdón santa pero es un buen plan, acércate con tus renos que voy a hacer que parezca un accidente como cuando papi le pasó encima a ese hombre.