Hoy le dieron en el corazón a la familia Morgan. El primogenito lloraba desconsolado por su madre lo tenían que alimentar a la fuerza.
Ambos se encontraban en Rusia, se tuvo que establecer como central principal Rusia nuevamente debido a los incidentes. Los pasillos eran sombríos.
Mayida permanecía con la mirada ida y con una mano en su vientre. No había dicho una sola palabra desde la desintoxicación hecha por Recce la cual fue un proceso duro que no terminaba.
Su rostro estaba un poco menos pálido pero no había rastro de la mujer que una vez fue y eso era decir poco. La puerta fue abierta por Regina quien sostenía a un Christopher histérico y llorón.
Un llanto llamó mi atención haciéndome solo dirigir mis ojos ahí aún con mis gritos interiores rasgando con salir de mi cuerpo y caer en la locura.
— ¡No quero! — Una voz infantil hizo que mi corazón se acelere. Verlo removerse me hizo cuestionarme si yo una vez había lucido de esa manera. — ¿Mami?
Sus ojos grises, sus facciones. Luce un poco más grande, está algo delgado, sus pómulos no son tan rosados como recuerdo.
Se remueve en los brazos de Regina con brusquedad y lo baja. Observo como corre hacia mi tan rápido como le permiten sus pequeños pies. — ¡Mami! — Desesperado intenta que lo levante extendiendome sus brazos.
Debería darle miedo. No debería verse así.
¿Por qué lo trajeron?— ¡Mami! — Insiste haciendo un puchero y cuando comprende que no lo pienso tomar veo como jala un pequeño banquito para subirse tirándose a la cama jalando las sábanas para no caerse. Gatea hacia mi tomando mis manos y llevarlas a su rostro.
Es cálido.
Sus ojos se cierran y me abraza con fuerza haciéndo que mis ojos se llenen de lágrimas, siento su pequeña nariz olfatear mi cabello para separarse y tomarme de las mejillas.
— Mami — Repite tocando mi nariz con delicadeza. Limpia mis lágrimas con delicadeza y me da una sonrisa tan pura que me llena en mi interior.
Yo iba a darle un hermano. Yo iba...