— Luces más hermosa que ayer. — Alex susurra en mi oído cándome una sonrisa siguiendo el ritmo de la música. — Mi hermosa esposa. Mi obsesión. — Lléva mi mano a sus labios depositando un beso en el dorso, sus labios suben por mi brazo hasta llegar a mi cuello y subir a mi oído.— Alex — Gimo suavemente, su risa mi oído me eriza la piel, sus labios aprisionan el lóbulo de mi oreja con delicadeza provocando que mis bragas se humedezcan.
— Nuestro hijo duerme en brazos de Olympia, hay millones de guardias solo duraremos unos momentos. Ese vestido me trae muy mal esposa. — Su mano libre me da una vuelta a pegándome a él, sus labios quedan a centímetros de los míos nuestros ojos chocan y nuestras sonrisas aparecen.
— ¿Qué tal si despierta? — Susurro — ¿Te vas a arriesgar? — La música cambia haciéndose más íntima — Mi esposo quiere destrozar el hilo que llevo bajo mi vestido.
— Mayida... — Sus ojos se oscurecen, relame sus labios mirándome fijamente con una sonrisa traviesa. — Нехорошо играть с огнем.
— ¿Y si quiero quemarme? — Me burlo.
Sus manos bajan hacia mi trasero apretandome más a él, su rostro baja a mi cuello depositando varios besos. — Mi amor.
— Dime — Suelto una risita.
— Vamos al baño. — Me aprisiona entre sus brazos llevándome con cautela a los baños.
— Los baños están ocupados. — Olympia pasa por nuestro lado junto a Gauna quien lleva a Christopher en sus brazos dejando que le jale el bigote.
— Rick y Luciana están ahí. — Resume Olympia.
Mi hijo al vernos suelta una risita extendiendo sus brazos hacia nosotros, me muerdo el labio al ver la cara de Alex aguantandome la risa. Alex toma a Christopher quien sonríe emocionado apagándose a su padre. Tallo la espalda de mi hijo y los tres caminamos a la mesa, miro mi reloj de oro para después ver a mi marido quien alza una ceja.
— Es tarde. Christopher debe ir a dormir, es hora de irnos mi amor. Lo dormimos y nos encerramos en la habitación. — Susurro en su oído y toma la pañalera.