CAPITULO 8: Desolación

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La noche, compañera de la oscuridad. En la penumbra del bosque se oyeron disparos y gritos. Eran las 1 de la madrugada, una niña de 10 años con su pijama, estaba llorando, corría por el oscuro bosque sin rumbo llamando a sus padres. Una explosión se escuchó a lo lejos, varias casas explotaron y se produjo un incendio en el bosque.

La niña huyó del lugar gritando el nombre de su madre. Minutos después se cansó de correr e intentar salir de ahí. Estaba sola en medio del bosque tenebroso. Un dolor de cabeza la empapaba de manera súbita. Era intenso, pero ella la soportaba.

De pronto, una silueta de un hombre apareció frente a ella entre los árboles, no se distinguía el rostro ni la vestimenta que llevaba. La niña se sorprendió y se quedó paralizada. El hombre menciono el nombre de la niña, Anna, el intentó acercarse, pero se detuvo y gruñó por unos momentos. De pronto, dos cuernos grandes sobresalían de su espalda. Cuando la niña lo vio, el espanto la apuñaló, paralizando su cuerpo, tensando sus músculos, enfriando sus huesos. Había visto el demonio que tanto escucho entre mitos, se había vuelto realidad.

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17 de Enero

Gibraltar, España / Base SCaRS / Hora - 7: 00 am

La oficial Anna Denison despertó sobresaltada, el eco de su pesadilla aún resonaba en su mente, como un eco ominoso. El reloj, imperturbable sobre el cajón, marcaba las horas con su insistente alarma. Con manos temblorosas, se vistió rápidamente con su uniforme de SCaRS, tratando de ahuyentar los recuerdos que amenazaban con abrumarla.

El cabello castaño de Anna caía en mechones desordenados sobre sus hombros mientras luchaba por apartar los pensamientos perturbadores. El uniforme, una segunda piel para ella, era tanto una protección como un recordatorio constante de su deber. A pesar de su entrenamiento y disciplina, la pesadilla había encontrado una grieta en su armadura, sembrando dudas y temores en su mente.

Anna salió de su apartamento en dirección a las instalaciones de SCaRS, con la mente aún nublada por los remanentes de su pesadilla. Mientras caminaba por los pasillos familiares, saludando a los colegas que se cruzaban en su camino, intentaba enfocarse en el presente y dejar atrás los recuerdos perturbadores.

Al llegar al campo de entrenamiento, divisó al teniente Andrew, que estaba concentrado en su ejercicio de tiro. Anna observó en silencio mientras Andrew disparaba con precisión, sus movimientos fluidos y seguros revelaban años de entrenamiento y experiencia.

—¿Estás preocupado por algo? —preguntó Anna con una mirada perspicaz, observando a Andrew manipular las nuevas armas con destreza.

—No, solo trato de manejar estas armas nuevas. ¿Qué hay de ti? —respondió Andrew, sus ojos enfocados en el complicado mecanismo frente a él.

—Cuando estoy preocupada o sufro pesadillas, empiezo a practicar aquí para despejar mi mente. A mí me funciona —confesó Anna, su voz tranquila resonando en el campo de entrenamiento.

—¿Tienes pesadillas? —inquirió Andrew, levantando la mirada para encontrarse con la seriedad en los ojos de Anna.

—Sí, cada uno guarda un secreto en sus sueños y trato de encontrar respuestas, pero es muy confuso. Incluso las bestias habitan nuestras pesadillas —reflexionó Anna, su tono lleno de introspección.

—No sabemos si es real o ilusión. A mí también me sirve practicar un poco para despejar mi mente. Últimamente he estado concentrado en eliminar a mis enemigos. Pero a veces pienso si es necesario matar —confesó Andrew, deteniendo sus acciones por un momento para dejar escapar sus dudas.

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