La confusión de Neuvillette le estaba carcomiendo lo más recóndito de su cabeza. Todo lo que pensó el día en el que estuvo solo en su casa, luego de lo que pasó con Wriothesley, fueron preguntas y más preguntas.
¿Qué era lo que realmente quería? Quizás reemplazar la soledad de su hogar por un cálido y amable hombre. Quizás esta vez se permitiría ser feliz y fallarle a su promesa. O quizás renunciaría a todo y alejaría a Wriothesley de su vida para no involucrarse en temas amorosos, y probablemente esta sea la opción que más cruza por la cabeza de Neuvillette.
Estaba seguro que solo era una confusión suya y no sentía nada por el azabache. No le podía gustar alguien en tan poco tiempo, ¿verdad? Era imposible que cayera por alguien que ni siquiera conocía más allá de verlo a través de un cristal y haber conversado un poco. Quitando el hecho de que ya habían tenido sexo, claro, eso es otra cosa, según Neuvillette.
El fin de semana había concluido y el peliblanco ya se encontraba de camino al trabajo. Se sorprendió al no ver el auto de Wriothesley estacionado fuera del tribunal, lo que le decía que el tampoco estaba ahí, y así fue.
- ¿Uh? - Alzó una ceja al no ver nadie y solo se quedó ahí esperando.
Un par de minutos habían pasado hasta que sintió un auto llegar, un auto que claramente ya conocía. Su corazón se aceleró de forma inesperada y molesta, pero una repentina silueta le hizo ponerse en alerta y abrir bien los ojos.
Una mujer descendió del auto del pelinegro, era alta, de tez pálida y tenía un largo cabello negro azulado, sus rasgos orientales anunciaban que no pertenecía al lugar, pero por lo que notó, se podía comunicar muy bien con Wriothesley. Ambos se dirigían más cerca del peliblanco, riendo y conversando, haciendo que la sangre de este comience a calentarse y que casi pueda resoplar fuego por la nariz.
O sea, estaba a las afueras de su trabajo, muriendo de frío, sin siquiera una silla donde sentarse y encima la persona encargada de abrirle la puerta había llegado con una mujer. Eso sobrepasó sus límites.
- Buenos días, su señoría. Me disculpo por llegar tarde -. Habló el azabache, dándole una leve reverencia al mayor con la cabeza.
La penetrante mirada de Neuvillette fulminó furioso el rostro del menor y sus puños dentro de sus bolsillos se encontraban fuertemente apretados para no explotar.
- ¿Podrías abrir la puerta? - Solicitó con seriedad el mayor, barriendole el rostro con la mirada. Ni siquiera le importó saber quién era esa chica y qué hacía ahí.
Wriothesley quedó desconcertado ante la fría respuesta del mayor, no comprendía el enojo con el que lo encontró y el cual notó al instante. Admitía que había llegado tarde por pasar a recoger a su nueva compañera de trabajo, pero pensó que nada de eso tenía sentido para esa reacción del peliblanco. Sin duda era otra cosa, o eso creía Wriothesley.
- B-Bueno, él es el juez supremo... - Habló el azabache, dirigiéndose a la chica mientras se rascaba la nunca - Debes ser amable con él, es como nuestro jefe.
La chica asentía, observando todo a través del vidrio de la puerta, pero la siniestra mirada de Neuvillette le hizo reincorporarse y volver a mirar a Wriothesley.
- Bien, Clorinde, - apuntó con su índice a través del pasillo - por ahí esta el baño para que puedas cambiarte, solo recuerda que la próxima vez debes venir lista con tu uniforme.
El menor guió a la chica con amabilidad y esperó que desapareciera para poder ingresar al tribunal sigiloso. Caminó a paso firme hacia Neuvillette hasta que sus miradas se encontraron.
- ¿Pasó algo?
La tierna voz preocupada y los dulces ojos con los que Neuvillette se encontró le hicieron esfumar su fruncido ceño y su rostro se relajó casi por completo, soltando un suspiro.
- ¿Quién es ella? - Resopló el mayor
- Oh... - Wriothesley dirigió su vista al mesón. - Bueno, ella es Clorinde, ayer se contactó conmigo porque será mi nueva compañera de guardia -. Habló jugando con sus manos y dando un suspiro -
- ¿Y por qué la trajiste en tu auto?
La voz del mayor se había tornado más grave y seca de lo normal. Los ojos de Wriothesley se abrieron bien, intentando interpretar lo que decía el lenguaje corporal del peliblanco. Notó que su labio estaba levemente tembloroso y sus ojos lila estaban brillando, una mezcla entre tristeza y enojo.
Un "click" llegó rápidamente a la cabeza del pelinegro, soltando un pequeña risa casi espontánea al darse cuenta.- ¿Estás celoso, Neuvillette?
- Y-Yo no...
El corazón del mayor comenzó a latir con fuerza y un sonrojo avergonzado se hizo presente en sus mejillas. Tosió un poco para disimular y continuar con su respuesta, pero una voz aguda se hizo presente en el lugar.
- Estoy lista, Wriothesley.
- ¡Voy enseguida, Clorinde! - Respondió el menor, tomando la mano de Neuvillette y mirando fijamente sus ojos - Ven.
- Esp-
Neuvillette siguió al azabache sin preguntar sobre nada. Desaparecieron de la luminosa habitación y llegaron al pasillo trasero donde se encontraban un par de cajas con documento y polvo. La respiración del mayor se agito al no ver nada y la mano que lo llevaba se había separado.
- ¿Qué es esto, Wriothesley?
Unos repentinos labios habían atacado los de Neuvillette con desespero, haciendo que su espalda choque con un par de cajas. Un jadeo inevitable salió de los labios del mayor que comenzaba a corresponder el beso con la misma pasión, rodeando el cuello ajeno con sus delgados brazos.
- Tú me gustas, Neuvillette, no te olvides de eso - espetó el menor sobre los labios del peliblanco, volviendo a besarlo apasionadamente luego de hablar.
Todo el cuerpo de Neuvillette se había debilitado ante los besos y toques del azabache, en suma de la adrenalina que sentía si es que los atrapaban en cualquier momento.
El menor se había separado, dejando al mayor sentado sobre unas cajas y hecho un desastre. Se arregló un poco el uniforme, acomodando con sus dedos algunas hebras de su cabello para que vuelva a quedar levantado como si simulara un par de orejas de lobo. Dejó el lugar sin decir nada, dirigiéndose a su trabajo de vuelta. Dejar al mayor con las ganas se volvería un vicio para él, lo que podía terminar muy bien o muy mal.Neuvillette trató de regular su respiración en cuanto el menor dejó el espacio. Llevó sus manos a su rostro para soltar un pequeño grito ahogado y morder un poco sus labios.
- ¿Qué me estás haciendo, Wriothesley?
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Tribunal De Amor | Wriolette
RomanceWriothesley, guardia del tribunal donde trabaja Neuvillette, de quien se encuentra perdidamente enamorado. - Historia original. - Capítulos cortos. - No sé cómo sea el transcurso de los hechos, solo escribiré lo que se me vaya ocurriendo TOT